Jaime sonrió, intentando tranquilizarla con su tono:
—No es tu culpa, la verdad es que fui yo quien no te lo explicó bien.
Él había supuesto que, al enterarse del compromiso entre ambas familias, ella sabría que su prometido era él, pero nunca se imaginó que Vanesa confundiera a la persona.
Aunque, a decir verdad, eso ya no tenía importancia. Al final, ella había descubierto la verdad.
Ahora lo que realmente importaba era Pablo.
Al recordar el cartel que Pablo había publicado para anunciar su exposición de arte, la mirada de Jaime se volvió más profunda.
No se equivocaba: incluso cuando estuvo en el extranjero, ya había visto ese cartel circulando en internet.
Y al pensar en la actitud de Pablo hace un momento...
¿Así que él sentía algo por Vanesa?
¿Desde cuándo había comenzado eso?
Aunque por dentro tenía la cabeza hecha un lío, Jaime se mantuvo impasible. No quería que Vanesa se preocupara por los problemas entre él y su primo.
—Ya es tarde, mejor te llevo a tu casa.
Vanesa no dijo nada más y asintió con suavidad.
El carro se detuvo frente a la entrada de la familia Galindo. Antes de bajar, Vanesa giró hacia Jaime, con una expresión seria.
—Señor Morán, esa película... aunque el estreno ya pasó, igual podríamos ir a verla juntos, ¿te parece?
Los dedos de Jaime se detuvieron apenas un instante sobre el volante. Cuando la miró, sus ojos se llenaron de una calidez especial.
—Claro.
Esperó a que Vanesa entrara a su casa antes de decirle al chofer que pusiera el carro en marcha.
En ese momento, recibió un mensaje de Pablo por WhatsApp.
[Jaime, quiero platicar contigo.]
Jaime no mostró ninguna emoción al leerlo y contestó:
[Está bien, te veo en tu departamento.]
...

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