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La Desaparición de la Esposa Hacker romance Capítulo 22

—¿Por qué tienes esa cara tan pálida?

—Tus manos están heladas.

De repente, Mariano irrumpió con varias personas, lo que tomó por sorpresa a Begoña. Por un instante, ella se quedó inmóvil, sin saber cómo reaccionar.

No quería ver ese aire de cariño fingido en él, así que apartó la mirada de su rostro y la bajó hasta su cuello.

Ahí, una marca roja como una fresa, tan viva como un golpe, se le clavó en la mirada.

Los ojos de Begoña temblaron, y, sin poder evitarlo, lo empujó con fuerza contenida.

—Mis asuntos no te conciernen, lárgate —le soltó, atragantándose de rabia.

Pero la fuerza de Begoña, comparada con la de Mariano, era como un huevo estrellándose contra una roca; no lograba moverlo ni un milímetro.

Mariano la abrazó aún más fuerte, como si quisiera protegerla de todo, ignorando su enojo.

—Amor...

—Perdóname, perdóname, llegué tarde...

Obligada a quedarse en los brazos de Mariano, Begoña inhaló el aroma de pequeñas margaritas, el perfume de Rosario. Su mirada se tornó dura, implacable.

Por más disculpas que él ofreciera, nada podía borrar el daño que le había hecho.

Begoña guardó silencio, pero Mariano creyó que su silencio era señal de que ya la había calmado. Enseguida, desvió su atención a Felicidad, lanzándole una mirada cortante, casi letal.

—¿Por qué se desmayó mi esposa?

Begoña también miró a Felicidad, cerrando el puño en secreto. Quería preguntarle, quería saber por qué había dicho que Mariano podría tener otro hijo. Pero ahora no era momento para eso.

—Begoña tuvo un episodio emocional muy fuerte —dijo Felicidad, bajando la cabeza y hablando casi en susurros—. Por eso se le adelantó el periodo y perdió mucha sangre. Solo necesita descansar un tiempo para recuperarse.

Durante más de una década, Mariano había dominado el mundo de los negocios con su carácter explosivo y métodos implacables. Fuera de Begoña, nadie se atrevía a contradecirlo.

Él pasó la mirada por Felicidad de forma impasible y, cuando volvió a posar los ojos en Begoña, lo hizo con una ternura que contrastaba con la dureza de antes.

—Amor, esta doctora te ha acompañado cinco años y, aun así, no lograste quedar embarazada. Además, tu salud va de mal en peor.

—Ya no puedo dejarte en sus manos.

—Y como estamos por adoptar a un niño del orfanato, ya no necesitas una ginecóloga.

—Te contraté al mejor médico general para que cuide de ti.

Sin esperar reacción, Mariano rodeó la cintura de Begoña y la cargó en brazos. Antes de que ella pudiera entender qué pasaba, ya la había sentado en una silla de ruedas. Luego, ordenó a los guardias:

—Lleven a la señora con el doctor para otra revisión.

El corazón de Felicidad casi se le salía del pecho.

Capítulo 22 1

Capítulo 22 2

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