Por la tarde, Paulina y Teófilo estaban platicando sobre el trabajo en la oficina cuando se escuchó un par de golpes en la puerta.
—Señorita Paulina, ya llegó el abogado Valentín.
—Está bien, ya lo sé —respondió Paulina. Luego volteó hacia Teófilo y agregó—: Tengo que atender unos asuntos personales, ¿puedes regresar a tus pendientes, por favor?
Teófilo echó un vistazo a Valentín y a su asistente, asintió y salió de la oficina.
Valentín y su asistente traían cada uno un maletín. En cuanto Ana cerró la puerta, ambos comenzaron a sacar documentos y papeles, colocándolos con orden sobre el escritorio para revisarlos uno por uno.
Después de verificar y entregar todo en regla, Valentín comentó:
—Por cierto, el abogado de Armando me pidió que te diera un mensaje de su parte. Dice que si no quieres complicarte la vida y no deseas involucrarte en la administración o decisiones de la empresa, que si estás pensando en vender esas acciones, él sería un excelente comprador.
Paulina, sin levantar la mirada, respondió con calma:
—Entiendo.
Tras esa breve charla, Valentín no se quedó mucho más. Recogió a su asistente y se marcharon con la misma rapidez con la que llegaron.
Paulina se quedó viendo los dos maletines llenos de documentos y certificados, y sin pensarlo demasiado, los apartó a un lado. Volvió a enfocarse de lleno en su trabajo.
Media hora después, Jaime apareció buscándola.
Nada más entrar en la oficina, iba a decir algo cuando notó los maletines junto al escritorio de Paulina. No pudo ocultar su curiosidad.
—¿Y eso? ¿Qué hay en esos maletines?
—Son los documentos de las propiedades que están en el acuerdo de divorcio con Armando.
—¿Ya están todos aquí? Esas propiedades valen más de cien mil millones de pesos. Según el acuerdo, él tenía dos años después del divorcio para arreglar ese asunto, pero todavía ni han firmado el divorcio y ya te entregó todo. ¿Siempre fue tan rápido para estas cosas?
—Sí, aquí están todos, no falta ni uno —contestó Paulina, sin darle demasiada importancia.
Jaime soltó una risita entre dientes.
—Vaya, sí que anda apurado.
Así que ya estaba todo resuelto. Por eso Armando la había buscado hace unos días para hablar del trámite de divorcio.
Luego preguntó:
—¿También te transfirió el dinero?


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