Paulina Romo y Ofelia se habían marchado. Mercedez Lobos se quedó clavada en el mismo sitio, incapaz de moverse, como si la hubieran vaciado por dentro. Pasaron largos minutos antes de que lograra salir de ese estado.
No fue hasta que Beatriz Saavedra, quien la esperaba en el restaurante, notó que tardaba demasiado y le llamó para apurarla, que Mercedez por fin despertó del letargo.
Colgó el teléfono, entró al restaurante y se sentó frente a Beatriz, quien la observó con preocupación.
—¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?
Mercedez negó con la cabeza.
—No, nada.
Su voz era apenas un susurro, tan débil que parecía que el alma se le había escapado. Su mirada vagaba de un lado a otro, y el aire a su alrededor era de alguien ausente, perdida en sus pensamientos.
Beatriz la miró con el ceño arrugado, claramente inquieta.
...
Paulina terminó de cenar y regresó a casa. Apenas había pasado un rato cuando recibió un mensaje de Armando Frias en el celular.
[Laguna Arcángel tiene un asunto urgente, al regresar al país, tardaré dos o tres días más en ir a Fuente de la Felicidad.]
Paulina vio el mensaje, respiró hondo y sintió cómo le revolvía el estómago.
En realidad, ella también había dejado plantada a la familia en los últimos quince días. Por mucho que quisiera reclamar, no tenía derecho a hacer un escándalo. Pero si se repetía otra vez...
Apagó la pantalla del celular y lo aventó al sofá. Sin ánimo de seguir pensando en ello, se metió al baño a bañarse.
Al día siguiente, Paulina regresó a trabajar a La Conquista Comercial como de costumbre.
Apenas cruzó la entrada, después de medio mes de ausencia, Teófilo Cruz levantó la mano para saludarla y le sonrió.
—¡Ya regresaste!
Paulina asintió con calma.
—Sí.
Desde que Teófilo había entrado a La Conquista Comercial, Paulina ya había pedido varios permisos largos.
Cuando Jaime Burgos le comentó que Paulina tenía asuntos personales que atender, Teófilo se preguntó qué asunto podía ser tan complicado como para ausentarse tanto tiempo.
Ahora, viendo que Paulina regresaba tras otra larga ausencia, le parecía obvio que andaba resolviendo detalles de su divorcio. Después de todo, tenía un hijo con su exesposo, y pelear por la custodia seguro le estaba dando muchos dolores de cabeza...
Se preguntaba si esta vez, por fin, habría logrado terminar el proceso.
Después de platicar un poco más con Teófilo, Paulina se sumergió en su trabajo, enfocada en sus pendientes.
Pasaron tres días sin que Armando la llamara. En su lugar, quien la contactó fue Claudia, la mamá de Armando.

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