El CEO De Russie, había logrado que Angelic comiera un poco, con su poder de persuasión no se esperaba menos de él. Y aunque la bella pelinegra trataba de alejarlo, él seguía ahí.
Por la noche estuvieron monitoreando al bebé, Angelic no quería perderlo a pesar de todo. Era su hijo y aún cuando se había divorciado de su padre, ella lo cuidaría y criaría con todo su amor.
El CEO se quedó dormido en el sofá, no se marchó y estuvo pendiente de ellos, tanto de la mujer como del hijo. Angelic no sabía que pensar al respecto, si solo se trataba de un hombre de gran corazón, o si estaba ahí solo para darle la contra.
— Señorita Diamich... — El médico llamaba a Angelic, ya había amanecido y se encontraba sola en la habitación.
— Buenos días doctor, ¿Todo está bien con el bebé? — Fue lo primero que la jóven recién divorciada preguntó.
— Todo está yendo muy bien, de hecho mucho mejor de lo que esperábamos, si siguen las cosas así, podrá irse pronto a casa.
— Esas son muy buenas noticias. Quiero estar aquí el menor tiempo posible. — Angy solo quería estar a solas y dejar salir su dolor. — ¿Sabe si el CEO De Russie... dejó dicho algo? — Al no verlo en el sofá, pensó que tal vez dejaría un adiós con el médico o la enfermera.
— Oh, si, el señor De Russie, dejó contratadas dos enfermeras para que la atendieran en todo lo que necesitara, se nota que se preocupa mucho por usted, él dijo que tenía que ir a trabajar, pero que volvería cuando se desocupara. Teniendo una esposa tan bella, como no va a amarla tanto, ¿Verdad? — El doctor le sonrió amablemente a Angelic, ella no sabía que responderle, así que solo le sonrió de vuelta.
— Por favor doctor alcanceme mi celular, quiero... quiero avisarle a mi amiga que estoy aquí.
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