La Esposa que Quemó su Pasado romance Capítulo 23

Nerea se quedó helada.

Por poco y se le iba la boca.

...

—…Isidora me regaló un montón de ropa, justo hace rato.

—¿Y dónde está? ¿La ropa?

—Dijo que en unos días su asistente me la manda.

Tobías bajó la voz, casi en un susurro:

—¿Acaso la esposa de Tobías no puede comprarse la ropa que le dé la gana? ¿Para qué quieres las cosas usadas de ella?

—Mira, ella es famosa. Todo lo que usa es ropa exclusiva, de diseñador, y ni siquiera se la pone dos veces. ¿Qué tiene de malo?

Tobías soltó:

—Si quieres ropa de diseñador, solo dímelo. No tienes por qué andar consiguiéndola por medio de ella.

A Nerea ya no le entusiasmaba el tema, pero Tobías parecía de buenas y la jaló directo hacia el centro comercial.

Nerea ni idea tenía de por qué él andaba tan contento.

Y si le preguntabas, solo te respondía:

—Es un secreto.

Perfecto, cada quien con sus secretos.

Parecía que, en su matrimonio, todo estaba empatado de un modo u otro.

—Por cierto, anoche… ¿te hice daño?

Tobías miraba su oreja, envuelta con una venda, con una pizca de culpa.

—¿Ya te atendiste?

La noche anterior, entre los dos hubo tanta tensión física que, después de que en el hospital le pusieran una venda, Nerea ni supo en qué momento se le cayó.

Al despertar, aún le sangraba un poco la herida, así que solo se puso un curita.

Nerea asintió:

—No pasa nada, en unos días se me quita.

—¿Y por qué te dio por ponerte aretes anoche? Nunca te han gustado esas cosas.

—Vi que Almudena se veía bien con ellos y quise probar.

Tobías frunció el ceño, notoriamente incómodo:

—Ya te dije, entre Almudena y yo nunca pasó nada serio. No tienes por qué quedarte clavada en eso.

—No estoy clavada. Y aunque hubiera pasado, ¿qué? Yo tampoco puedo explicar bien lo que pasó con el profesor Méndez, ¿o sí?

Tobías se quedó callado un rato.

Verifica el captcha para leer el contenidoVerificar