La esposa sustituta del millonario romance Capítulo 3

Marina.

Me preparé para muchas cosas, entre esas estaban, ser asaltada, quedarme varada en la calle, mecánica, sobrevivir cuando practicamos senderismo, incluso hacer origamis me salían muy bien. Porqué sencillamente vi muchos panoramas en la vida, llegué al punto de que cuando mi padre me propuso ser la esposa de uno de sus socios a quien le debía dinero, dije que sí, pero en mi cabeza ya tenía la idea de escapar. Solo me avisaron con dos semanas de antelación y no pude sacar dinero porque me canceló las tarjetas y el poco dinero que me daba era para gastos diarios.

Mi única opción fue escaparme de la limosina que me llevó a la iglesia. Preparada para muchas cosas, no para recibir una segunda propuesta de matrimonio en menos de una semana.

Pero ahí estaba, con un hombre de mirada color miel proponiendo que fuera su esposa. Mi respuesta estaba dicha, por ello me incorporé para alejarme de alguien extraño que me compró mi primer vestido de novia.

__ Es conveniente para tí - insistió. Mi risa se dejó ver.

__ ¿Conveniente para mí? - en tono mordaz pregunté. - Por si no lo recuerdas acabo de escapar de una boda que no quise. Odio el matrimonio forzado y no quiero casarme con alguien que lo único que sé es su nombre.

__ George Castelo. - contestó. - Es mi nombre, para que te lo grabes bien ya que puedo convencerte de hacerlo.

__ ¡Ay por favor! No seas ridículo. No hay nada en el mundo que logre eso. - me di la vuelta.

__ Tu padre te sigue para que te cases con su socio a quien la deuda suma diez millones solo en capital, está a punto de caer en quiebra y la única posibilidad de no ser un limosnero en unos meses es que el matrimonio Diheston-Torrenegro se realice.- me detuvo. - El tipo busca una esposa para que le dé un heredero, pero yo no quiero un hijo. Solo el matrimonio por dieciocho meses, no habrá nada más que asistir a eventos conmigo, presentarte como mi esposa frente a un abogado que determinará si es real para ceder la herencia que mi abuelo dejó.

__ No me has convencido.

__ Tarde o temprano te vas a cansar de trabajar por seis dólares la hora y ese sueldo no te sostendrá a tí y a tu padre. - me hizo doler el corazón. - Si aceptas el contrato, luego del tiempo estipulado nos divorciamos y puedes olvidarte de mí. Como si nunca haya existido.

__ No, esa es mi respuesta. - mi orgullo siempre me movió y en ese instante también lo hizo. Mi sueño siempre fue salir de todo sola, no porque sintiera que no necesitaba de nadie, si no porque mi hermana lo intentó y no pudo hacer más que casarse para ayudar a mi padre a no perder la única sociedad que lo sostenía. No quería lo mismo para mí.

Trabajé las horas que faltaban. Tan solo quería un baño, dormir en un sitio más cómodo y no molestar a Juliana con mi presencia todo el tiempo. Ella ya tenía suficiente con su esposo borracho que gastaba su sueldo, obligándola a trabajar para no dejar a su pequeña sin lo necesario.

Llevaba una vida muy apretada, aún así no dudó en ayudarme. Para la mañana fui a trabajar unas horas y al terminar en busca de un nuevo trabajo, la tarde la tenía libre, así que ese era mi objetivo, conseguir un turno al menos en otro sitio.

Un restaurante llamó mi atención. Había ido con mi hermana algunas veces, me pareció buena idea.

Aprovechando que no había mucha gente me acerqué. No me fue difícil hablar con el gerente, este accedió a darme unos minutos, era todo lo que necesitaba.

__ ¿Porqué querría trabajar aquí si puede hacerlo en otro sitio? - preguntó con cierta desconfianza. - Hasta donde sé, su familia es de...

__ Estoy comenzando desde abajo, por mis propios medios. Por ello solo quiero un trabajo, no pido trato especial ni nada. - expliqué con seguridad. Hasta a mí me asombró la forma en que la historia hizo conexión con la realidad.

__ Déjeme realizar unas llamadas y en unos momentos, le diré en que puesto podría encajar. - añadió con cierto grado de complejidad. - Si me puede esperar afuera, por favor.

Asentí, saliendo de la oficina en donde todos pasaban rápido. Parecía que le temían al solo nombre pegado en la puerta, aún así preferí no preguntar y caminé unos metros. Recosté mi espalda en la pared, miré la mesas ocupadas repasando el sitio que ahora me pareció irreal estar viendo desde otra perspectiva.

Capítulo 3 1

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