Thiago sostenía el celular aún en llamada y preguntó:
—Señor, ¿quiere que le hagan la prueba de paternidad?
—Sí.
Thiago frunció el entrecejo, dudando:
—¿Con... quién?
—¿Para qué tanto chisme?
Thiago reaccionó al instante:
—Sí, entendido, señor. Pero... la empresa tiene un problema, creo que va a necesitar que usted lo atienda personalmente.
Las cejas oscuras de Bastián se arquearon apenas.
—¿Qué pasó?
...
En ese momento, frente al edificio de Grupo Lozano, el bullicio era imposible de ignorar. Más de un centenar de mujeres, todas vestidas de rojo brillante, formaban una fila impecable. Cada una llevaba enormes pompones rojos que agitaban al ritmo de una música festiva y muy alegre.
Dentro del vestíbulo, la enorme pantalla titiló de pronto y apareció un video animado. Dos monitos de caricatura, de líneas sencillas pero inconfundibles, representaban a Bastián y a Tamara.
El Bastián animado movía la cadera como si no le importara el mundo, saltando y haciendo un baile ridículo. Mientras danzaba, cantaba con voz chillona y feliz:
—¡Soy un patán~!
A su lado, Tamara agitaba sus pompones con coquetería, guiñando el ojo y sumándose al canto:
—¡Y yo soy una facilota~!
Ambos, dando brincos, se acercaban hasta quedar juntos y, mirándose, formaban un corazón gigante con las manos. A dúo, entonaban su supuesta canción de amor:
—¡Somos el uno para el otro~!
El estribillo retumbaba:
—¡Soy un patán, yo una facilota! ¡El uno para el otro~! ¡El uno para el otro, sí~! ¡El uno para el otro~!
Al mismo tiempo, afuera estallaban fuegos artificiales. Las mujeres agitaban sus pompones en el aire, meneando la cadera y gritando a todo pulmón:
—¡Felicidades al señor Bastián y a la señorita Tamara por su matrimonio!
Las voces eran tan sincronizadas que cualquiera habría jurado que ensayaron días enteros.
Los transeúntes no podían aguantar la risa. Algunos grababan con sus celulares, otros simplemente reían a carcajadas.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Exesposa Millonaria Bajo el Velo