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La Exesposa Millonaria Bajo el Velo romance Capítulo 54

La empleada bajó las escaleras y se dirigió a Karla:

—Señorita Karla, el señor la está esperando arriba.

Karla inhaló hondo, repitiéndose una y otra vez que no debía sacar conclusiones precipitadas sin conocer toda la verdad.

Quizá, solo quizá, todo era un malentendido.

Con esa esperanza, Karla se dirigió al despacho de Bastián.

...

Mientras tanto, Tamara había logrado dar con Brisa.

Al escuchar lo que Tamara tenía que decirle, Brisa no pudo ocultar su sorpresa.

—¿Karla, esa tipa, está de vuelta? ¿No que llevaba cinco años desaparecida? ¿Por qué regresó ahora?

Para Brisa, la desaparición de Karla había sido tan absoluta que había llegado a pensar que ya ni siquiera estaba viva.

—Bastián la encontró en Nación Bosque de Jade —explicó Tamara—. Brisa, sé que tú también la odias. Es nuestra enemiga en común. Por eso necesito que me ayudes.

Desde niña, Brisa había sentido celos de Karla. Todo se le daba fácil, aprendía cualquier cosa en un instante. Era la favorita de todos, la estrella brillante que opacaba a los demás, y al lado de Karla, la propia luz de Brisa parecía insignificante, como la de una luciérnaga.

Para colmo, Karla se había casado con alguien de la familia Lozano, convirtiéndose en la señora de una de las familias más poderosas. Sus vidas no podían ser más diferentes.

¿Por qué Karla tenía que tener ese talento innato?

¿Por qué Karla podía casarse con los Lozano?

Brisa lo resentía. Quería superarla, verla caer en desgracia, aunque solo fuera por sentirse mejor consigo misma.

Por eso, no podía permitir que Karla volviera a ser la señora Lozano.

—Está bien, te ayudo. ¿Qué necesitas que haga?

—Quiero que la vigiles. Fíjate si tiene algún hijo con ella. Si ves algo, tienes que avisarme de inmediato.

...

Karla entró al despacho de Bastián. Como siempre, el lugar estaba decorado en blanco y negro, transmitiendo una sensación de rigidez y tensión.

Ese estilo tan impersonal solo podía gustarle a alguien como Bastián, tan distante, tan difícil de descifrar.

—¿Cómo le hiciste para escaparte? —preguntó Bastián, dejando a un lado la pluma con la que revisaba unos documentos y clavando en ella su mirada oscura, profunda.

Karla lo miró de frente. Su cara impecable no mostraba emoción alguna, pero por dentro sentía que el corazón le retumbaba en el pecho.

Bastián hizo un leve gesto con la cabeza, indicando a la empleada que se retirara.

Cuando la puerta se cerró, quedaron solos en el despacho.

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