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La Exterminadora de Mosquitas Muertas romance Capítulo 5

No, no, esto no puede ser.

Ella estaba segura de haber visto a Fernando llamarlo señor...

¡Eso era! Fernando una vez mencionó sin querer que su tío siempre tenía una pulsera de jade rojo en la cabecera de la cama. Si iba a mirar, ¿no quedaría claro todo?

Estela empujó la puerta de la recámara principal sin dudar.

Pisó la alfombra suave, y ni un solo ruido traicionó su presencia. Tanteando a oscuras, llegó hasta la orilla de la cama.

Justo en ese momento, su mano chocó con algo tibio y delgado, y en ese breve instante pudo percibir ese aroma tan masculino.

—¡Era la boca de Sebastián!

Estela estuvo a nada de gritar del susto. ¿No que no iba a regresar hoy?

Se mordió los labios, y, armándose de valor, siguió adelante, escaneando con la mirada la cabecera de la cama. Pero, en medio de la búsqueda, perdió el equilibrio y terminó cayendo encima de él. Sus labios casi rozaron los de Sebastián justo cuando—

Sebastián abrió los ojos.

No llevaba puestos sus lentes de oro, y sus ojos lucían más agudos que nunca. Su voz salió rasposa, con un toque de ironía.

—¿No que la señorita Miranda decía que no tenía intenciones ocultas conmigo?

La mente de Estela explotó de golpe.

Su boca fresca y suave rozó la comisura de los labios de él, despacio, mientras una oleada cálida y estremecedora se colaba entre ambos, sin dejar espacio alguno.

Incluso sintió el leve y húmedo aliento de Sebastián entre sus labios.

Estela seguía inclinada, tan aturdida que no supo cómo reaccionar, y así se quedó, besando a Sebastián y mirándolo unos segundos a los ojos.

Hasta que Sebastián volvió a hablar, la voz aún más áspera, apenas conteniéndose.

—Estela, levántate.

Estela volvió en sí de golpe. El rubor le subió de inmediato hasta las orejas y se incorporó de un salto.

Para su mala suerte, la mano le falló y volvió a caer, directo en sus brazos.

Sebastián curvó los labios y de su garganta salió una risa grave y cargada de diversión.

—¡Estela, ven a la clínica en este momento! ¡Por tu culpa Bea terminó en el hospital! ¡Encima tuviste el descaro de publicar todo en Twitter y armar el escándalo! ¿De verdad crees que esto se va a quedar así?

Los ojos de Sebastián se entrecerraron, atentos.

Estela se quedó callada un segundo, ya no tan desorientada como antes, y contestó con flojera:

—¿Y yo a quién salí? ¿No será que el ejemplo viene de arriba y por eso salí así, presidente Miranda?

—¡Eres una desagradecida!— Luciano casi rechinó los dientes de la rabia, pero recobró la calma al instante.

—Ayer todos se enteraron de tu infidelidad. La familia Cuevas decidió cancelar el compromiso. Fernando no va a reclamar nada, pero tienes que entregarle el anillo y todo lo relacionado al compromiso a Bea.

—Si no lo haces, prepárate para ver las cosas de tu madre tiradas a la basura. ¡Ustedes dos solo traen desgracias!

No le dio oportunidad de responder. La llamada terminó con un golpe seco.

El ánimo de Estela se fue apagando poco a poco.

¿El anillo de compromiso? ¿Entregárselo a Beatriz?

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