¿Compararlo a él con ellos?
Los modelos tenían buen cuerpo, sí, pero no recordaba los detalles…
Sabrina carraspeó.
—…Tú tienes mejor cuerpo.
Sebastián la miró.
—Si es así, de ahora en adelante, cuando quieras ver a alguien, puedes verme a mí.
Sabrina casi creyó haber escuchado mal.
—¿Qué dijiste?
—Hay gente sin escrúpulos que suele usar trucos como este para confundir a sus objetivos —dijo Sebastián con total seriedad—. Son capaces hasta de vender su cuerpo para conseguir lo que quieren. Sabrina, todavía tenemos muchos enemigos. Es mejor mantener la distancia con personas de dudosa reputación. —Hizo una pausa y añadió—: Y ya que piensas que yo no estoy mal, si de verdad tienes ganas de ver algo, puedes buscarme a mí.
La cara de Sabrina se puso roja al instante.
En boca de Sebastián, sonaba como si fuera una mujer desesperada y necesitada.
—¡No, no, para nada! —se apresuró a decir—. Por ahora no estoy pensando en esas cosas, y esos modelos no me interesan en lo más mínimo. Fue solo que el señor Pérez insistió mucho. Además, no tenía idea de que hubiera organizado un espectáculo así… Hache, no te preocupes. Mientras el asunto de los Ramos no se resuelva, no voy a tener ninguna relación.
Sebastián se quedó extrañamente callado.
***
Al día siguiente, terminaron su trabajo y tomaron un vuelo de regreso.
Apenas entraron en la mansión Ramos, Sabrina escuchó un alboroto que venía del interior.
Los gritos furiosos de Esteban Ramos resonaban por toda la casa.


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