Rocío se quedó muda unos segundos mirando a Ulises antes de decir:
—Hermano, ¿no crees que... le estás echando demasiadas flores a Sabrina?
—Nunca subestimes a tu enemigo —respondió Ulises con frialdad—. De lo contrario, terminarás como los Ramos y Fidel: con pérdidas brutales.
»Todo el dinero que Fidel invirtió, sumado a las pérdidas de los pedidos de Sabrina, terminó convirtiéndose en el capital para comprar las acciones de Esteban.
Al llegar a este punto, los labios de Ulises se curvaron en una sonrisa burlona y gélida.
—A Fidel siempre le ha importado el dinero por encima de todo. Ahora que invirtió tanto y Sabrina le sacó tanta ventaja... me imagino que debe odiarla con toda su alma.
De repente, Rocío recordó algo:
—Oye, hermano, ¿últimamente casi no platicas con Summer, verdad?
Antes, cuando ella venía a buscarlo, Ulises siempre estaba pegado a la computadora. Pero las últimas veces, ya no lo veía ahí.
—Summer dijo que estaba muy ocupado estos días —comentó Ulises con indiferencia—. Quedamos en que me contactaría cuando se desocupara.
Apenas terminó de hablar, el celular de Ulises emitió un tono de notificación especial.
La mirada de Ulises cambió ligeramente y tomó el aparato.
Rocío echó un vistazo rápido y vio que el chat tenía el nombre de «Summer».
Sabía que, a partir de ese momento, Ulises ya no le haría caso.
Así que no se quedó más tiempo y se marchó.
Apenas salió de casa de Ulises, Rocío recibió una llamada de Chiara Castaño.
—Rocío, ¿puedes venir al hospital? Eva está internada, está herida.
Aunque Rocío había tendido una trampa a Eva y Ulises en el pasado, Eva había conseguido las acciones de Ulises como compensación, sacando una gran tajada del asunto.
Después de eso, Eva no le recriminó nada a Rocío; al contrario, dijo que entendía que Rocío solo quería ayudar a su hermano, y de vez en cuando mantenían el contacto.
Pero Rocío sabía perfectamente que Eva solo quería seguir utilizándola para pasarle mensajes a Ulises y que él la siguiera ayudando.
«Eva no deja de ser la misma mosquita muerta de siempre, quiere quedar bien con Dios y con el diablo», pensó Rocío con desprecio.

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