La Heredera del Poder romance Capítulo 1014

Mónica se acercó y dijo: "Tía Paulina, ¿estás preparando fideos para la señorita Luisa?"

"Sí," asintió la tía Paulina. "¿Luisa dijo que quería sopa de pollo con fideos?"

"Sopa de pollo con fideos?" Mónica frunció el ceño, pensando que para un cumpleaños se debería comer fideos de la longevidad, luego sugirió: "¿Qué tal si también le encargo un pastel a la señorita Luisa?"

¿Un pastel?

La tía Paulina se quedó sorprendida por un momento. "¿Por qué un pastel?"

Mónica la miró y dijo: "Tía Paulina, ¿acaso olvidó que hoy es el cumpleaños de la señorita Luisa?"

Entonces la tía Paulina se dio cuenta que hoy no solo era el cumpleaños de Luna, sino también el de Luisa. Ambas no solo tenían un físico parecido, sino que también compartían la misma fecha de cumpleaños.

La tía Paulina siempre pensó que era el destino.

El vínculo entre Luna y Luisa, sin saber que todo era una ilusión creada por Manuel.

Al recordar que hoy era el cumpleaños de Luisa, la tía Paulina se sintió un poco molesta consigo misma y dijo: "Mira mi memoria, ¡hasta se me olvidó! Mónica, ve y compra un pastel ahora mismo. Después me pasas la factura y te lo pago con el sueldo."

Mónica asintió y salió corriendo. "Enseguida voy."

Después de que se marchara Mónica, la tía Paulina llevó los fideos de sopa de pollo que había preparado afuera.

Ella llegó a la esquina de la calle y saliendo del callejón, se encontró con la bulliciosa área comercial.

"Maia."

Una mujer de mediana edad salió de entre los arbustos al escuchar su nombre. "Tía Paulina."

"Estos son fideos de sopa de pollo recién hechos, cómelos mientras están calientes."

Maia recibió el bol con ambas manos. "Gracias, tía Paulina."

Maia había estado vagando por el área durante más de tres años, sobreviviendo gracias a la ayuda de la tía Paulina. Si no fuera por ella, probablemente ya se habría muerto de hambre.

La tía Paulina se limpió las manos en su delantal, y las marcas de lágrimas en su rostro ya habían desaparecido. "De nada, estos fideos son de sobras de otros clientes. Ahora regresaré, si después necesitas un poco más, ven a buscarme. Nos conocemos desde hace tres años, no tienes por qué ser cortés conmigo."

"Entendido," asintió Maia.

La tía Paulina regresó.

Al llegar a la cocina, ella comenzó a preparar los fideos de la longevidad.

Los fideos de la longevidad se hacían con una sola hebra de fideo y, aunque el proceso es simple, requería atención y precisión. Un error significaba tener que empezar de nuevo.

Una hora después, un plato de fideos de la longevidad, humeantes y fragantes, estaba listo.

Justo en ese momento, Mónica también regresó con el pastel de cumpleaños.

"Gracias, tía Paulina." Luisa la abrazó con todas sus fuerzas y con los ojos enrojecidos, a punto de llorar.

"Ay, niña tonta." La tía Paulina abrazó a Luisa, con una sonrisa de oreja a oreja. "¿Para qué tanta formalidad conmigo?"

Mónica y los otros tres empleados encendieron las velas del pastel. "Señorita Luisa, ven a pedir un deseo."

Luisa inhaló tratando de contener las lágrimas, con esa expresión de querer llorar pero sin hacerlo, realmente conmoviendo a todos.

Mónica ayudó a Luisa a acercarse al pastel de cumpleaños. "Señorita Luisa, hoy es tu cumpleaños, no llores, pide un deseo."

"Sí." Luisa se limpió las lágrimas, sonrió, juntó las manos para pedir su deseo y dijo lentamente: "Deseo que mi tía encuentre pronto a mi hermana Luna. Que los cielos escuchen mis palabras; estoy dispuesta a sacrificar diez o veinte años de mi vida con tal de que mi tía encuentre a Luna."

En cuanto a mover corazones, probablemente nadie podía superar a Luisa.

¿Sacrificar diez, veinte años de vida?

¿Alguna persona podría hacer algo parecido por otra?

Ni siquiera un mes o quince días, muchos no lo harían.

Esto demostraba cuánto consideraba realmente Luisa a Luna como su hermana.

Al escuchar las palabras de Luisa, todos se sintieron profundamente conmovidos, especialmente la tía Paulina, quien casi sollozaba, al sentirse muy afligida.