—Está bien.
Coco iba adelante, guiando el camino, mientras Gabriela y Sebastián la seguían de cerca.
En poco tiempo, llegaron al lugar secreto del que Coco había hablado con tanto misterio.
Coco se volvió y les dijo: —Ustedes busquen aquí. Yo voy a ayudar a mi abuela y los demás.
—Cuídate mucho,— le advirtió Gabriela con cariño.
Coco sonrió y contestó, —No te preocupes. Desde chiquita ando con la abuela en la playa, conozco todo esto como la palma de mi mano. No me va a pasar nada.
Mientras Coco se alejaba, Gabriela miró a Sebastián y suspiró: —¡Qué rico es ser joven!
Sebastián le dijo: —Tú también eres joven.
Gabriela alzó las cejas con picardía y respondió: —¡Por supuesto! ¿O qué, no sabías que yo tengo dieciocho cada año?
En ese momento, Gabriela vio de reojo un pez varado en la arena y gritó emocionada: —¡Mira, un pez! ¡Rápido, rápido!
Sebastián siguió la dirección de su mirada y en efecto, ahí estaba un pez.
Debía pesar unos dos o tres kilos, y sus escamas brillaban con colores intensos bajo el sol.
Sin pensarlo, Sebastián soltó lo que traía en las manos y se lanzó a atrapar al pez.
No era la primera vez que lo hacía, así que sus movimientos eran ágiles y naturales. Gabriela, divertida, sacó el celular y le tomó un montón de fotos. Luego, las mandó al grupo de la familia Zesati.
La primera en responder fue la abuela Zesati: —¿Quién es ese? ¿Será mi nieto grandote y despistado?
Nicole Zesati: —¿¡Sebastián!?
Eva: —Ay, qué novedad…
Para Eva, nada la sorprendía cuando Sebastián andaba con Gabriela. Ya estaba acostumbrada: si era con Gabriela, cualquier locura era posible.
Después, vinieron los mensajes de todos, etiquetando a Gabriela sin parar.
—¡Gabi, eres una crack!
—¡Eso sí que es uno para el otro!
Gabriela no alcanzó a contestarles a todos porque, en ese momento, vio un enorme cangrejo caminando entre las rocas. Dejó el celular a un lado y fue a atraparlo.
En menos de dos horas, los dos tenían una buena cosecha del mar.
...
Al día siguiente.
Gabriela se levantó temprano porque Sebastián le había dicho que hoy irían a la isla sin nombre.
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