La Heredera del Poder romance Capítulo 2979

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—Sí —respondió Bianca.

Ambas llegaron a la tienda de mascotas.

Al verla entrar, la dueña, la señora Violeta, se alegró mucho. —¡Bianca, volviste! ¿Vienes a buscar a Feli y Oro para llevártelos?

—Así es —contestó Bianca, y le entregó a la señora Violeta un regalo. —Señora Violeta, ya terminé los trámites para irme a vivir al extranjero. Esta vez vine para gestionar los papeles de Feli y Oro, quiero llevármelos conmigo.

—Perfecto, no te preocupes, yo me encargo de todo el proceso y los gastos, ya sé cómo va esto. Déjamelo a mí —le aseguró Violeta con una sonrisa. —Por cierto, además del dinero para los trámites y los permisos de Feli y Oro, todavía me queda bastante de lo que me transferiste la vez pasada. Después te lo regreso por transferencia al celular.

Estos días Violeta había estado preocupada por Bianca. Ahora que la veía de vuelta, por fin pudo respirar tranquila.

—Gracias —dijo Bianca, entregándole el regalo. —Señora Violeta, esto es para usted. Le deseo que su negocio prospere y cada día le vaya mejor.

—¡Ay, muchísimas gracias! —respondió Violeta, recibiendo el paquete con ambas manos y sonriendo. —¡Qué detallazo el tuyo! Oye, ¿y quién es ella?

—Es una prima de la familia —explicó Bianca.

Violeta asintió, divertida. —Con lo que ha pasado, por fin conozco a algún familiar tuyo.

Bianca también sonrió.

De repente, Dora sintió un peso en el pecho.

Bianca era apenas una adolescente, y aun así cargaba con tantas cosas sobre sus hombros.

Después de hablar con Violeta y dejar todo arreglado, Dora llevó a Bianca al aeropuerto.

Al final, Bianca no dejaba de ser una chica de apenas quince o dieciséis años. Dora no podía evitar preocuparse. —¿Estás segura de que puedes ir sola, Bianca?

—Tranquila —le contestó Bianca con una sonrisa. —Allá me van a recibir.

—¿Esa persona es confiable? —preguntó Dora, sin ocultar su inquietud.

Bianca asintió. —Es mi editora en jefe.

—Bueno, mientras sea de confianza... —Dora la miró con cariño. —Eres muy joven, y allá estarás sola. Pase lo que pase, mantente alerta y no dejes que nadie te engañe. Si tienes cualquier problema, por favor, mándame un mensaje de inmediato.

—Sí —afirmó Bianca con una sonrisa. —Gracias, señorita Dora.

—No tienes que agradecerme nada —le respondió Dora, dándole una palmada cariñosa en la cabeza. —Si quieres, puedes considerarme tu hermana mayor.

Bianca sonrió aún más. —De acuerdo.

Dora le dio un montón de consejos, y no se fue hasta verla pasar la puerta de embarque.

El vuelo duró nueve horas y aterrizó puntualmente.

Bianca hablaba bien inglés, así que el viaje resultó sencillo.

En cuanto salió de la zona de llegadas, vio a su editora esperándola y saludándola con la mano.

—¡Bianca, por aquí!