Después de agregar a todos en Facebook, Hanna sonrió y dijo:
—Vivo en la isla, están invitados a visitarme cuando quieran. Cuando vayan, yo los invito a comer.
Ian le respondió enseguida:
—Perfecto, seguro iremos.
En ese momento, Sue se acercó a ellos. Tenía tres meses de embarazo y ya se le notaba la pancita.
—Sue —dijo Adam, acercándose rápido para ayudarla.
Hanna se quedó un poco sorprendida.
¿Quién era ella?
¿La esposa de Adam?
¿Adam ya estaba casado?
Le pareció una verdadera lástima que alguien tan atractivo y talentoso se hubiera casado tan joven.
Hanna no pudo ocultar la desilusión en su mirada.
Aunque, pensándolo bien, tampoco era seguro que fuera la esposa; tal vez era su hermana o una prima.
—¿Eres la esposa de Adam? —se animó a preguntar Hanna.
Adam asintió.
—Sí, ella es mi esposa, Sue.
Al oírlo, Hanna bajó la mirada con clara decepción.
Hasta hace un rato, creía que Adam era el soltero de oro…
Pero en fin…
Adam, entonces, la presentó:
—Sue, ella es la prima de Lys.
La verdad, Adam ya ni recordaba cómo se llamaba Hanna.
—Hola, soy Sue —saludó Sue, sonriente.
—Señora Lozano, yo soy Hanna Lazcano —le respondió Hanna, tendiéndole la mano.
Sue le devolvió el apretón con una sonrisa cálida.
—Señorita Lazcano, tu nombre es muy bonito.
—Gracias —respondió Hanna—. Pero el suyo suena aún más elegante.
Sue sonrió de nuevo.
—Gracias.
Luego miró a Adam y le dijo:
—Adam, tu mamá nos está llamando.
—Ya voy —respondió Adam, y se fue con Sue.
Kelvy miró a Ian y a Santiago.
—Oigan, me contaron que Lee y los demás también llegaron. ¿Vamos a verlos?
—Claro —respondió Ian, y luego miró a Hanna—. Disculpa, prima Hanna, nos vemos luego.
En Ciudad Real, la familia de Hanna había comprado un departamento de tres habitaciones en la zona céntrica.
Las propiedades en Ciudad Real eran carísimas, y en el centro, cada metro cuadrado valía una fortuna. Para conseguir un departamento así, había que tener millones.
Además, la familia de Hanna tenía otro departamento de dos habitaciones que alquilaban.
Por eso, Hanna siempre se había sentido superior, ya fuera con sus familiares o con sus compañeros de la universidad.
Mientras sus amigos de la misma edad seguían luchando por comprarse una casa o un carro, ella ya tenía de todo.
Pero ese día, al pararse frente al edificio donde vivía, esa sensación de superioridad se había esfumado por completo.
Después de ver la mansión donde vivía Lys, el hermoso jardín trasero, y el hecho de que solo el salón de fiestas de la familia Lozano era más grande que todo su departamento, Hanna ya solo veía suciedad, desorden y fealdad a su alrededor.
¿Por qué Lys podía vivir en una mansión tan elegante y ella tenía que conformarse con algo tan modesto?
¿Solo porque su papá había fallecido?
No.
No podía aceptar eso.
No era justo.
En cuanto a belleza, se consideraba más guapa que Lys.
En estudios, ya estaba haciendo una maestría.
En cuanto a familia, había crecido en cuna de oro.
¿Por qué entonces Lys vivía mejor que ella?
Hanna se quedó un momento inmóvil frente al edificio, respiró hondo y finalmente entró.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Heredera del Poder