La Heredera Divorciada Billonaria romance Capítulo 433

“¡¿Qué tiene esto que ver con ella?!”. Keith no podía evitar alzar su tono de voz.

Él había sido amigo de Eric durante muchos años, pero éste seguía especulando si Nicole quería ir a su fiesta de cumpleaños.

Keith no esperaba que la Señorita Nicole Stanton fuera a su fiesta.

Nicole escuchó su conversación y se dio la vuelta. De repente, una pequeña figura corrió hacia ella con una expresión de pesar.

“Señorita Bonita…”.

Nicole permaneció en su sitio y sonrió ligeramente. “Pequeño Michael, ¿qué pasa?”.

Naturalmente, Eric y Keith se percataron de ellos.

Keith empujó la silla de ruedas de Eric.

“¡Qué casualidad! Justo te estábamos buscando, Señorita Stanton…”, dijo Keith con una sonrisa.

Nicole lo ignoró y acarició el cabello rizado del Pequeño Michael. Sus ojos de zafiro se veían muy decepcionados.

“Busqué por todo el barco y no pude encontrar tus crisantemos blancos favoritos…”.

Hubo un silencio momentáneo.

Nicole pensó para sus adentros: ‘¡Eso es bueno!’.

Keith no podía evitar reírse. “¡Si puedes encontrar crisantemos blancos en este barco, toda la tripulación será despedida!”.

El Pequeño Michael lo miró con desconfianza y preguntó: “¿Por qué?”.

Keith se tocó la nariz y no tenía la intención de responder.

Eric puso los ojos en blanco y luego miró a Nicole. “Nicole, ¿me empujas a la cubierta para descansar un poco?”.

Nicole apretó los dientes. ‘¡¿Ahora está tan acostumbrado a mandarme?!’.

Ella sonrió falsamente. “Claro”.

Nicole se acercó y empujó su silla de ruedas.

Keith sacudió la cabeza y pensó: ‘¿Acaso él no puede ver que esta joven se muestra muy reacia? ¿Está Ferg tratando de cortejarla o de torturarla?’.

El Pequeñó Michael estaba a punto de ir tras Nicole, pero fue detenido por Keith.

“¿Adónde vas? No molestes a esos tortolitos. ¡Están cultivando sus sentimientos!”.

El Pequeño Michael frunció el ceño. “¿Qué sentimientos? ¡La Señorita Bonita no tiene sentimientos por el Señor Malvado! ¡Solo tiene sentimientos por mí!”.

Él se paró allí con las manos en la cintura mientras gruñía. Sus ojos claros eran rebeldes.