Entrar Via

La Heredera: Gambito de Diamantes romance Capítulo 1296

—¿Hay algún problema?

Eric guardó silencio.

Esto no era solo un problema… ¡era un problemón! —¿A poco no te das cuenta de la hora? ¿No crees que ya cerraron el mercado y el súper?

Vamos, era de madrugada.

Ni el comerciante más necesitado de dinero estaría vendiendo pescado a estas horas.

—Busca una tienda que esté abierta las veinticuatro horas —ordenó Carlos, como si nada.

—Las que abren toda la noche nomás venden cosas pequeñas, no venden pescado fresco.

Esas tiendas solo tenían botanas, refrescos y, con suerte, pan de ayer. ¿Dónde iba a encontrar pescado a media noche?

—No, en serio, Carlos, aunque de veras tengas antojo, no deberías traerme en estas.

—...

—Me la pasé todo el día corriendo de un lado a otro contigo, preparándote la boda...

—¡Cállate! —le cortó Carlos, seco y con autoridad, antes de que Eric pudiera terminar.

—¡¡¡...!!!

Si hasta era la verdad.

Él tampoco era de hierro. Después de andar todo el día para arriba y para abajo, ya estaba molido.

¿Y ahora le pedía salir a buscar pescado y asarlo, en plena madrugada?

Había visto mujeres embarazadas difíciles, pero nunca había visto a un esposo tan difícil como Carlos.

—De veras, no hay dónde conseguir pescado a esta hora —se atrevió a decir Eric, notando cómo el ambiente por teléfono se ponía cada vez más tenso.

—Entonces ve a pescarlo. Tienes una hora —sentenció Carlos.

Y antes de que Eric pudiera protestar, escuchó el clic del teléfono que se cortaba.

Eric se quedó mirando el celular, con una mueca de resignación.

En ese momento, Julien, medio dormido, se despertó por la charla.

—¿Qué te dijo Carlos?

—Nada, que dejes de dormir y vayas a pescar.

—¿Qué? ¿Pescar? ¿Es en serio?

—Si no se puede comprar, pues hay que ir a pescar, ¿qué más? —Eric estaba al borde de la locura—. ¿A poco no ve la hora que es? Ni modo que el antojo tenga horario.

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Heredera: Gambito de Diamantes