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La Heredera: Gambito de Diamantes romance Capítulo 772

Por ahora, del lado de Carlos, solo Esteban podía solucionar el asunto.

De inmediato, Vanesa le marcó a Esteban.

...

Últimamente, Esteban había tenido bastante tiempo libre, sobre todo desde aquel día en que Carlos le pidió que vigilara a Yeray Méndez.

Desde entonces, Carlos no había vuelto a aparecerse por la familia Allende.

Así que cuando vio la llamada de Vanesa, sí que se sorprendió.

—¿Tan rápido ya salió a la luz?

La vez pasada, cuando se llevaron a Isabel Allende, la tuvieron desaparecida más de un mes.

Paulina, en cambio, llevaba menos de veinte días desaparecida.

Esteban pensaba que, por lo menos, se tardaría un mes en aparecer.

—Esteban, esto se salió de control —soltó Vanesa, sin rodeos.

...

Isabel, mientras tanto, estaba arreglando unas flores, concentrada en quitar las espinas de los tallos de las rosas.

Al escuchar la voz que salía del celular, se distrajo; su mano resbaló y la espina la picó sin piedad.

—¡Ay! —se le escapó, soltando la tijera para ver la herida, pero antes de que pudiera revisarla, la mano ancha y cálida de Esteban la atrapó.

Al ver la gota de sangre formándose en la yema de su dedo, la mirada de Esteban se endureció.

Puso el altavoz y, mientras dejaba el celular sobre la mesa, le lanzó una mirada significativa al mayordomo que estaba cerca.

El mayordomo lo entendió y corrió a traer el botiquín.

Mientras tanto, Esteban le revisaba la herida a Isabel, y su voz se volvió más grave al hablarle a Vanesa:

—¿Qué pasó? ¿Por qué dices que es tan grave?

—Es Paulina —contestó Vanesa, con el tono denso de quien sabe que la cosa viene pesada.

...

Isabel se quedó helada cuando oyó que todo tenía que ver con Paulina. La mano que Esteban le sostenía se tensó, y se notaba que el susto la estaba rebasando.

Esteban frunció el ceño y, para tranquilizarla, le apretó la mano suavemente. Justo entonces, el mayordomo regresó con el botiquín.

Esteban se puso a desinfectarle el dedo con cuidado, pero su voz seguía cargada de molestia.

—¿Qué pasó con Paulina?

—Alguien se la llevó, Esteban. Mira, esto está muy feo, no sé ni cómo voy a ver a Carlos a la cara. Si se entera, capaz me busca para matarme.

Vanesa conocía demasiado bien el temperamento de Carlos.

Aunque estos años había trabajado para Esteban, todos sabían que Carlos era de armas tomar.

Si se le cruzaba el cable, se convertía en una víbora imposible de controlar.

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