Entrar Via

La Heredera: Gambito de Diamantes romance Capítulo 796

—Por cierto, la familia Bernard me llamó hace rato.

Al escuchar ese nombre, la expresión de Esteban se endureció.

—¿Y para qué te llamaron esos?

—¿Para qué más? —respondió la señora Blanchet en tono despectivo—. Quieren que los dejes en paz. Fue Marcelo Bernard quien me llamó en persona.

Marcelo siempre había dado la impresión de ser un tipo altivo, demasiado orgulloso para rebajarse a pedir favores. Que ahora se tomara la molestia de marcar, dejaba claro que de plano estaba desesperado.

Esteban bufó.

—Si sus descendientes no supieron comportarse, ¿qué esperaban que hiciera yo?

Lo que había pasado en Puerto San Rafael hacía unos días, esa sarta de rumores y chismes, solo había sido un intento burdo de usar a Isabel para obligarlo a frenar.

¿Amenazas? —Ja—, pensó con desprecio.

Parecía que toda esa gente ya había olvidado que Esteban no se dejaba presionar por nadie. Si querían irse a la guerra, él no iba a titubear: estaba dispuesto a hundirlos sin piedad.

—Por cierto —continuó la señora Blanchet—, procura que Isa no agarre mucho el celular estos días. No vaya a ser que, en la desesperación, alguno de esos desquiciados le haga daño.

En ese momento, tanto la familia Bernard como los Galindo ya estaban en bancarrota. A esas alturas, lo único que les quedaba era su propia vida.

—Sí, ya lo sé —asintió Esteban.

Platicaron un par de cosas más, y luego colgaron.

Justo cuando Esteban iba a girarse para irse, el celular de Isabel vibró. Esta vez era Paulina Torres quien llamaba.

Él lo pensó un segundo, pero colgó la llamada sin dudar, y enseguida le mandó un mensaje a Lorenzo Ramos para que fuera él quien atendiera a Paulina y resolviera cualquier asunto urgente.

En la mente de Esteban, Paulina siempre había sido un torbellino, demasiado escandalosa para el gusto de cualquiera. No pensaba dejar que interrumpiera la calma de Isa en ese momento.

Lorenzo contestó enseguida.

[Recibido.]

Después de eso, Esteban eliminó el registro de llamadas de Paulina en el celular de Isabel.

Tras asegurarse de que todo estaba en orden, regresó al comedor. Isabel estaba sentada, mordiendo una galleta.

En cuanto lo vio volver, tomó otra galleta y se la ofreció con una sonrisa.

—Prueba, están buenísimas.

Los cocineros de la casa cada vez se lucían más. Isa notaba que se le había ido la mano comiendo últimamente, aunque tenía la excusa perfecta: el embarazo.

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Heredera: Gambito de Diamantes