La Heredera Revelada: El Camino del Poder romance Capítulo 144

Si Aurora realmente tiene una forma de ayudar...

Román miró nuevamente a Aurora con una pizca de curiosidad.

—Hermana, ¿qué necesitas? ¿Medicinas? ¿O algo más? Román puede apoyarte con todo.

Aurora sonrió suavemente y negó con la cabeza.

—Román, no hace falta. Tengo algunas medicinas y el plan lo debo hacer yo misma. Por ahora, no necesito nada más.

Román la observó, sintiendo un extraño presentimiento.

Esta hermana suya parecía más enigmática de lo que había imaginado.

Esa confianza y tranquilidad no eran propias de una chica que había crecido siendo intimidada en la familia Narváez.

Pero no preguntó más. Simplemente asintió.

—Bien, si necesitas algo, avísale a Román.

Aurora asintió sonriendo.

—Román, Carolina, ya es tarde. Me voy para preparar el plan de cuidado para Carolina cuanto antes —dijo levantándose para despedirse, mientras Carolina la sujetaba de la mano con un dejo de nostalgia.

—Auri, muchas gracias.

Aurora le dio unas suaves palmadas en el dorso de la mano.

—No hay de qué, Carolina. Es lo que se debe hacer.

Se giró y se marchó, su figura delgada y erguida irradiaba una confianza y serenidad indescriptibles.

Román la siguió con la mirada, su mirada profunda.

Esta hermana, parecía esconder muchos secretos.

Miró a su lado a Carolina, cuyo rostro brillaba con una sonrisa que no veía desde hacía tiempo: la chispa de la esperanza.

Por esa esperanza, él también estaba dispuesto a confiar en su hermana por una vez.

De cualquier forma, era un buen comienzo.

…

Aurora regresó a su habitación en el Hotel Corona Dorada, aún sintiendo el calor de la mano de Carolina en sus dedos.

Quería aprovechar la claridad de sus pensamientos para elaborar un detallado plan de cuidado para Carolina.

Mientras deslizaba sus dedos por la pantalla del celular, dispuesta a abrir las notas, un repentino timbre rompió el silencio de la habitación.

Miró hacia abajo, un número desconocido.

Pero era impaciente.

Bueno.

Ya que él no podía esperar más y había revelado su mano, el juego se pondría más interesante.

Aurora se acercó a la ventana panorámica, contemplando la vista nocturna de Puerto San Martín, con sus luces de neón y el bullicio de la ciudad.

Bajo toda esa aparente prosperidad, fluían corrientes oscuras.

La amenaza de Joel no la asustó, sino que despertó en ella una rebeldía innata y un deseo de contraatacar.

¿Intentar usar a las personas cercanas a ella para amenazarla?

Definitivamente subestimó a Aurora.

¿Quién se atrevería a tocar a su gente?

La mirada de Aurora era tan profunda como la noche, con una frialdad que podría helar la sangre.

Deslizó sus dedos por la pantalla del celular y rápidamente redactó un mensaje, enviándolo de inmediato.

El cazador, a menudo aparece como presa.

Y la verdadera presa nunca sabrá en qué trampa ha caído.