La Heredera Revelada: El Camino del Poder romance Capítulo 9

Los dos se abrazaban para calentarse mientras el elevador se detenía. Estaba lleno de gente, incluyendo a varios trabajadores rurales cubiertos de tierra y sudor, un olor que no era precisamente agradable.

Mónica, con un gesto de desagrado, miró hacia el elevador de al lado.

Aquel elevador estaba vacío, así que decidieron usarlo.

Justo cuando Mónica iba a entrar con Elvira, fueron detenidas.

Una joven enfermera presionó el botón del elevador, impidiéndoles el paso.

—Lo siento, este elevador es solo para miembros con privilegios SVIP.

El mensaje era claro: ellas no eran bienvenidas.

Lejos de sentirse ofendidas, las Narváez, madre e hija, lo tomaron como una verdad innegable.

—Mira, todavía no estamos en lo más alto. Si fuéramos una de las grandes familias, no habría problema.

Al escuchar sobre las grandes familias, los ojos de Mónica se iluminaron con envidia.

Ella solía pensar que su familia era lo suficientemente rica, pero comparada con esas familias poderosas, no eran nada.

Con este pensamiento, su deseo de casarse con alguien de la familia Olivera se intensificó.

Imaginaba un futuro lleno de lujos y poder en Nueva Granada, y no podía esperar para deshacerse de Aurora, a quien consideraba una rival.

Mientras soñaba despierta, el elevador SVIP emitió un "ding" al detenerse en su piso.

Las puertas se abrieron, y el primero en salir fue el director del hospital.

Detrás de él, un joven alto y apuesto, Simón.

Vestía ropa punk discreta, su piel bronceada y sus ojos astutos reflejaban una arrogancia natural, propia de alguien criado en el lujo.

Con su estilo desenfadado y atractivo, era el tipo de chico que hacía suspirar a las muchachas.

Mónica no podía apartar la vista de él, sintiendo que Isaías, a quien antes consideraba ideal, no le llegaba ni a los talones.

Elvira, en cambio, jaló la manga de su hija para que se apartara y dejara paso.

Después de todo, no querían provocar a alguien tan importante.

Mientras observaban, se dieron cuenta de que el director y Simón no seguían avanzando, sino que parecían estar esperando a alguien.

La curiosidad creció entre los presentes, quienes se preguntaban quién podría ser tan importante como para que ellos esperaran.

Con la atención de todos centrada, una mujer alta salió del elevador.

Aurora caminó con calma, pensando en los casos de emergencia, su expresión tranquila y serena atrajo las miradas.

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