A la mañana siguiente me desperté somnolienta, sentí mi cuerpo adolorido pero no era por haber dormido en el sofá.
Cuando abrí mis ojos noté que mi cabeza estaba recostada en el pecho del señor Walton, él tenía mi cuerpo bloqueado con el suyo, estábamos tapados con la manta muy acurrucados. Mis ojos se abrieron al verme en aquel cuadro con mi jefe, pero no podía moverme, el señor Walton me tenía agarrada por la cintura muy fuerte, ¿en qué momento pasó todo esto?.
Me quedé quieta sin moverme y miré su rostro, hasta dormido se veía guapo, podía ver sus pestañas largas y sus cejas gruesas, nuestras caras estaban muy cerca, mi corazón tuvo un problema cardíaco al sentir su respiración, ¡necesito salir de aquí!.
Sin embargo, no me pude resistir, posé mi mano en su mejilla tocándolo suavemente, no tenía barba, eso lo hacía ver perfecto, no sé qué edad tiene, pero se ve joven y me gusta mucho.
No podía dejar de mirarlo mientras dormía, estaba aferrado a mí, como una niño durmiendo con su peluche favorito.
Me preguntaba cómo fue que me trajo a su cama mientras yo dormía, se suponía que estaba enojado por lo que le dije, o solo tuvo consideración con una mujer.
Las ganas de besarlo me invadió, de solo posar mi mirada en sus delgados y provocativos labios, me dan ganas de devorarlos, me siento tan afortunada de ser su asistente personal y poder estar así con él, no sé cómo me sentiría si otra mujer estuviera en mi lugar.
Cuando lo acariciaba pasó lo inesperado, el señor Walton abrió los ojos, no quiero pensar que todo el tiempo estuvo despierto, y solo se estaba haciendo el dormido.
Quité mi mano de su rostro de inmediato, mis mejillas ardían de lo sonrojada que estaba, no sabía cómo explicar lo que estaba haciendo, simplemente no lo pude evitar.
Sentí una que su agarre en mi cintura se estaba volviendo fuerte, hubo un incómodo silencio entre nosotros, el señor Walton solo me estaba mirando sin decir nada, su rostro como siempre, era inexpresivo.
—¿Tanto te gusto que me admiras mientras duermo?—Habló con una voz ronca, no podía distinguir si estaba molesto, o simplemente lo tomó sin importancia.
—Yo...—mis palabras no salían de mi boca, no sabía que decir, además no era mi culpa, yo no le pedí que me llevara hasta su cama mientras dormía.
—¿Tú....?
—Lo siento mucho, señor, creo que no debió traerme hasta su cama—por fin pude hablar, pero traté de evadir el tema, sin embargo mi voz se escuchaba algo apenada, que vergüenza sentí.
—No trates de cambiar el tema, no parecías incómoda al dormir conmigo, me abrazaste toda la noche, además no podía dejar que durmieras en el sofá, estaba haciendo mucho frío—explicó, sentí que mi respiración se acortaba cada vez más, cuando hablaba de esa forma, mi cuerpo sentía una sensación extraña.
—Gracias de todas formas, lo siento si le causé molestias y lo hice sentir incómodo, no fue mi intención, sobre lo que acaba de pasar no... lo pude evitar, me disculpo nuevamente—hablé apartando mi mirada, me estaba muriendo de la pena, no debí hacer eso.
—¿No lo pudiste evitar?—preguntó alzando una ceja—eso quiere decir que te atrae tu jefe—afirmó de manera egocéntrica.
—No, claro que no, solo...¿sabe que? olvide el tema—Declaré, ya quería irme de su apartamento, ¿cómo puede hacerme esa pregunta?, no me atrae, me gusta, estoy enamorada, es el hombre que amo como tonta, en verdad que estoy demente, me enamoré de un hombre que solo miraba por fotografías, y ahora que lo tengo en frente, me gusta aún más, ¡pero no puedo decírselo!
—Ya veo—susurró, parecía calmado, pero jamás me esperé, lo que iba a hacer después.
Me gustaba lo que hacía, pero en el fondo sabía que estaba mal, de un momento a otro el me besa de la nada, solo lo conocí el día anterior y se convirtió en mi jefe, ahora me estoy besando con él, es un poco loca esta situación.
Por alguna razón el no dejaba de besarme, incluso llegamos a una posición bastante íntima, el se subió encima de mí, estábamos dentro de las cobijas y pude sentir algo. Su mano estaba subiendo el camisón que llevaba puesto, sentí que acariciaba mi abdomen y subía más arriba, mi cuerpo estaba bastante caliente.
No pensé llegar a esa situación de manera tan rápida, ¿qué pensará de mí?, ¿qué me entrego muy rápido?.
Cuando sus besos pasaron a mi cuello, yo aproveché para quitarlo de encima y levantarme de la cama de manera rápida. El se quedó en la cama con el ceño fruncido, no pareció gustarle el rechazo.
—¿Por qué me hace esto?, no debió traerme hasta aquí—reclamé, el también se levantó de la cama y se puso en frente de mi tomando mi mentón con fuerza, había dicho que no soy su tipo, ¿qué le pasa?.
—Solo fue un beso, no te lo tomes tan enserio, ya te dije que no eres mi tipo—recalcó nuevamente—toma tus cosas y regresa a tu apartamento, nada de esto pasó.
Me sentí dolida cuando lo dijo de esa manera, en verdad sabe cómo lastimarme, primero dice que no soy su tipo, y después me besa, luego lo vuelve a recalcar de nuevo como si fuera menor cosa lo que acababa de pasar entre nosotros.
—Entiendo, me iré ahora —le dije apartando su mano de mi rostro, busqué la ropa que había secado la noche anterior y me la coloqué en el baño, él había salido de la habitación muy tranquilo, me arreglé un poco mi cabello desordenado mirándome al espejo y salí del baño.
Dejé en su cama el camisón que me había prestado para dormir, seguidamente salí a la sala y el señor Walton estaba hablando con alguien por teléfono, yo salí del apartamento sin despedirme para no interrumpir, me sentí estúpida, apenas me conozco con él en persona y empezamos de la peor manera, no me gusta para nada su actitud tan arrogante y su manera de tratarme.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La pequeña indomable del CEO obsesivo