Entrar Via

La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 126

Después de cenar, el abuelo de Petra solía salir al patio y practicar tai chi un rato para mantenerse activo, mientras su hermana lo acompañaba de cerca, siempre erguida y con el semblante serio, reportando con detalle lo que había ocurrido en el trabajo durante el día.

Petra, en el fondo, sabía que la familia Calvo ya no era como antes.

Sin embargo, fue hasta ese momento, al sentir con toda claridad el ambiente solitario del gran recinto de los Calvo, que comprendió que la situación de su familia era mucho más dura de lo que había imaginado.

—Señorita Petra, qué bueno que regresó. Si el próximo mes me voy, este enorme lugar se va a quedar solo con la señorita mayor —comentó Giselle, una de las empleadas de confianza.

Petra sabía que, eventualmente, todos toman caminos distintos, pero escuchar de la propia Giselle que también se marcharía, le caló hondo.

—¿Por qué te vas? ¿Alguien más te ofreció un mejor sueldo que la familia Calvo?

Giselle negó con la cabeza.

—No es eso, señorita Petra. La verdad, la señorita mayor siempre ha sido buena conmigo, incluso me ha subido el sueldo varias veces. Pero ya estoy grande, ya no puedo con tanto trabajo. Además, mi hijo y mi nuera ya se casaron y acaban de tener un bebé. Siento que debo regresar, ayudar con mi nieto y apoyar a la familia.

Petra asintió, todavía un poco atontada por la noticia.

—Es cierto, llevas tantos años aquí con los Calvo, seguro no has podido estar tanto con los tuyos.

—¿Ya le dijiste a mi hermana que te vas?

Giselle asintió.

—Sí, desde el mes pasado le avisé. Ella ya aprobó mi renuncia, solo que no ha llegado nadie nuevo y no me siento bien dejando la casa así, de la nada.

La sonrisa de Petra se volvió amarga.

—Mañana mismo me encargo de entrevistar a gente nueva para que entren a trabajar.

—Eso está perfecto —respondió Giselle con una sonrisa cálida—. Ahora que usted regresó, estoy segura de que la familia Calvo va a recuperar su energía de antes.

Petra solo apretó los labios, le indicó a Giselle que fuera a descansar y se quedó sentada en el sillón, en silencio, tratando de recobrar el ánimo.

Apenas había comenzado a enfrentarse a la realidad de la familia Calvo y ya sentía que no podía con todo.

Su hermana, viviendo día tras día en ese enorme recinto, debía sentir la carga aún más pesada y asfixiante.

...

Jimena regresó ya entrada la noche. Al entrar en la sala y quitarse los zapatos en la entrada, estuvo a punto de tropezar.

Petra se apresuró a sostenerla y, al acercarse, percibió el fuerte aroma a alcohol que traía encima. No pudo evitar arrugar la nariz.

Por una vez, Jimena no discutió. Asintió con docilidad.

—Está bien.

Petra notó el cansancio reflejado en los ojos de su hermana, ese agotamiento que ni el maquillaje ni la fuerza de voluntad lograban disimular. Inspiró hondo y preguntó en voz baja:

—Oye, hermana, ¿tú crees que en la vida hay que saber adaptarse y aguantar cuando toca?

Jimena asintió otra vez.

—Ajá.

Petra se armó de valor.

—Entonces, si ceder un poco ante Benjamín pudiera aliviar la presión sobre el Grupo Calvo por ahora, ¿lo harías?

Jimena se quedó con la mano congelada en el aire, mirando a Petra con seriedad. Se tomó unos segundos para pensar y, por fin, soltó con tono firme:

—¿Ceder un poco... y mandarte a ti a casarte con él?

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Traición en Vísperas de la Boda