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La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 130

Después de tantos años, los recuerdos la sacudieron un poco, llenando su pecho con una emoción inesperada.

Petra tomó la bolsa de regalo y, antes de salir, le mandó un mensaje a Jimena.

[Hermana, no te preocupes, hoy sí o sí voy a convencer a Benjamín y entrar al Grupo Hurtado. ¡Esta misión la cumplo!]

Acompañó el mensaje con un sticker de un perrito fiel moviendo la cola.

Jimena no contestó.

Sin darle más vueltas, Petra eligió al azar un carro del garage de su hermana y se fue directo a la sede principal del Grupo Hurtado.

No le sorprendió que, al llegar sin cita, la detuviera la señorita de recepción.

La recepcionista sonreía, toda amable y con cara de que no rompía ni un plato, pero de ahí no la dejaba pasar, no importaba cuántas explicaciones diera.

Petra no tuvo más remedio que sacar su celular y marcarle a Benjamín.

La señorita de recepción seguía sonriendo, educada, mirándola como quien observa a un niño haciendo berrinche, esperando a ver qué otra ocurrencia tendría.

Petra: …

El teléfono sonaba y sonaba, pero nadie contestaba. La sonrisa de la recepcionista se volvía cada vez más formal, pero en el fondo, se notaba que ya estaba más que lista para llamar a seguridad si hacía falta.

Por suerte, a la segunda llamada, por fin respondieron.

Solo que nadie dijo nada al otro lado.

Petra, tragando saliva, se animó a hablar.

—Sr. Benjamín, soy Petra.

Benjamín respondió seco:

—Mi celular tiene la función de guardar contactos.

Petra: …

Si no fuera porque necesitaba su ayuda, de plano habría colgado ahí mismo. Pero tragó el orgullo y siguió.

—Estoy justo aquí, abajo de tu oficina. Quise agradecerte por llevarme a casa anoche, así que mi hermana preparó un regalo especial para ti. Me pidió que viniera a dártelo en persona.

Silencio.

Un silencio largo, incómodo.

—¿Sr. Benjamín? —preguntó Petra, desconcertada.

La llamada se cortó de golpe.

—Perdón, Sr. Benjamín. Fue mi error. Ahora mismo llamo a seguridad para que la saquen.

La pobre ya había decidido que Petra era otra fan loca intentando conquistar a Benjamín. No quería repetir el desastre de su compañera, que por culpa de una “soñadora” perdió el trabajo el mes pasado.

Por dentro, la recepcionista ya se hacía la idea de que su puesto estaba perdido.

Petra: …

¿Serán así de estrictos en todas las recepciones del Grupo Hurtado?

Menos mal que no había hecho enojar mucho a Benjamín. Si no, seguro ni verlo podría la próxima vez.

—Déjalo, puedes irte —ordenó Benjamín, sin levantar la voz.

Extendió la mano y tomó la bolsa de regalo que Petra ni siquiera había alcanzado a ofrecerle.

Petra soltó el regalo de inmediato, notando cómo los ejecutivos que acompañaban a Benjamín la observaban con curiosidad, como si intentaran adivinar qué hacía ella ahí. Eso la puso nerviosa sin saber por qué.

—Mi hermana me mandó para que me entregara a ti en persona.

Lo dijo tan seria, tan convencida, que ni se dio cuenta del error por los nervios.

Benjamín la miró de frente, con los ojos entrecerrados, esa mirada oscura y profunda que no dejaba adivinar nada. Una media sonrisa, entre burla y misterio, apareció en sus labios, pero no dijo palabra.

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