Rebeca miró fijamente los bonitos ojos de Petra y le habló en voz baja.
—En su momento, fuiste tú quien insistió en romper el compromiso con la familia Hurtado. Luego, la familia Hurtado cortó los lazos con la familia Calvo y todo tu negocio se vino abajo. Al final, todo es consecuencia de tus propias decisiones.
—Uno siempre termina pagando por sus actos y elecciones, no como ahora, que te aferras sin dignidad a una opción que ya habías dejado atrás.
—¿No es así, señorita Petra?
La voz de Rebeca sonaba amable, casi afectuosa, y su expresión era suave, pero al mismo tiempo, transmitía una autoridad incuestionable.
Petra se encontró con la mirada sonriente de Rebeca y no pudo evitar que un escalofrío le recorriera el cuerpo.
Los ojos de Benjamín se parecían mucho a los de Rebeca; ambos tenían esa actitud distante, esa forma de mirar que hacía imposible acercarse.
—Sí —admitió Petra, sintiendo la presión de su mirada.
Ese reconocimiento pareció dejar satisfecha a Rebeca.
—Ya que la señorita Petra comprende las reglas del juego, supongo que sabe lo que tiene que hacer.
Petra asintió con la cabeza.
—Me mantendré alejada de Benjamín. No caeré en fantasías absurdas.
Rebeca, conforme con la respuesta, se levantó del sofá. Desde arriba, miró a Petra, que seguía sentada en silencio, y con un tono despreocupado pero firme, añadió:
—Sé que tu hermana no está bien de salud. Es una mujer admirable, lo reconozco. Lo que hicieron para aprovechar la situación, puedo pasarlo por alto por ahora.
—Tu hermana se las ingenió para presionar a la familia Ruiz y así conectarse con la familia Núñez. El Grupo Calvo está en una etapa crucial, a punto de transformarse. No creo que quieras ser un obstáculo para ella justo ahora.
—Yo no disfruto ser la villana, ni me interesa hacerle daño a nadie. Eres lista, Petra, seguro entiendes de qué te hablo.
Petra apretó el puño sin querer, pero enseguida se obligó a relajarse.
—Entiendo.
Rebeca le lanzó una última mirada y se giró para salir.
En ese momento, Petra murmuró, casi sin fuerzas:
—No quiero ponerla en una posición incómoda, señorita Rebeca... Pero le pido que nos dé, a mí y a la familia Calvo, un poco de tiempo para respirar.
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