Al siguiente instante, la voz suave de Florencia llenó el ambiente.
—Son todos muy entusiastas, espero no haber interrumpido su trabajo.
Los presentes respondieron con respeto inmediato.
—¿Cómo va a interrumpirnos usted, señorita Florencia?
—Al contrario, nos encantaría que viniera todos los días.
Florencia dejó escapar una risa ligera, tan melodiosa que animó el ambiente.
—Si es así, entonces invito a todos a almorzar, como siempre hacemos.
De inmediato empezaron a llover los agradecimientos.
Florencia continuó con su sonrisa impecable, esa que parecía hecha a la medida de cada ocasión.
—¿La cantidad de personas sigue igual? Si no ha habido cambios, entonces pediré que nos manden la comida.
En cuanto terminó de hablar, todas las miradas se dirigieron hacia Petra.
Justo cuando Petra levantó la vista, sus ojos se cruzaron con los de Florencia.
Por un instante, Florencia mostró una expresión de sorpresa, pero enseguida recuperó la sonrisa.
—Veo que hay una cara nueva.
Alguien aprovechó para responder.
—Sí, acaba de ingresar hoy.
Florencia asintió, tomó su celular y murmuró con voz suave:
—Entonces pediré una comida extra.
Mientras hablaba, notó que Petra no reaccionó en absoluto. Así que giró la cabeza hacia ella y preguntó:
—¿No vas a darme las gracias?
Petra contestó con voz serena:
—Gracias, señorita Florencia, pero ya pedí mi comida.
Era su primer día en Grupo Hurtado y ni siquiera sabía dónde estaba el comedor, así que había planeado pedir algo del restaurante “Sinfonía Culinaria”, para que se lo llevaran.
Pero justo cuando iba a hacer el pedido, Benjamín le mandó un mensaje diciendo que ya lo había hecho por ella.
Florencia alzó las cejas, sonrió y replicó:
Florencia, en cambio, esbozó una sonrisa ligera, apenas perceptible.
Fue entonces cuando Petra, con su tono tranquilo y sin inmutarse, soltó:
—¿Por qué me miran así? Si no han pedido comida, díganselo a la señorita Florencia. Ella ya lo dijo, que invita, así que solo tienen que hablar. No es como si le doliera pagar una comida, ¿verdad, señorita Florencia?
Petra la llamó justo antes de que se subiera al elevador.
No pensaba dejar que, por una simple comida, todos en la oficina terminaran echándole la culpa. No iba a dejarle el camino tan fácil a Florencia.
Florencia se detuvo. Sus dedos apretaron el celular con fuerza, pero su rostro ya estaba de nuevo perfectamente sonriente.
—Claro que sí.
Petra le devolvió una sonrisa, miró de reojo a sus compañeros y agregó con calma:
—La señorita Florencia ya lo dijo, así que quien no haya pedido, pase aquí a apuntarse.
Apenas terminó de hablar, varios empezaron a acercarse, uno tras otro, a donde estaba Florencia para apuntarse en la lista.
Por dentro, Florencia hervía de coraje, pero no le quedó más remedio que fingir agrado y anotar los nombres.
Si se negaba, iba a parecer que quería ahorrarse ese dinero, y eso sí que no lo podía permitir...

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Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Traición en Vísperas de la Boda
Me gustaría saber cuántos capítulos faltan y cuando los publicará...