La Traición en Vísperas de la Boda romance Capítulo 443

Cuando Florencia se fue, la actitud de la compañera sentada junto a Petra cambió por completo; ya no quedaba ni rastro de la humildad que mostraba mientras Florencia estaba presente. Lanzó una mirada cargada de enojo hacia Petra.

—Petra, ¿qué te pasa? Acabas de llegar a la empresa y ya lograste que todos estén incómodos.

—¿Por qué te haces la digna? ¿Sabes de qué restaurante iba a invitarnos la señorita Florencia? ¡Ese es un lugar al que ni trabajando toda tu vida podrías ir a probar ni un platillo!

Petra la observó, viendo cómo la rabia le deformaba el gesto. Se frotó la oreja, adolorida por el volumen de la voz chillona de su compañera.

—No me gusta recibir regalos sin motivo. Además, siempre me enseñaron en casa que uno debe ser agradecido, pero también mantener la dignidad. Si no he hecho nada para merecerlo, no acepto regalos, ni comida. Y que yo rechace la invitación de la señorita Florencia, no te afecta en nada. Entonces, ¿ser educada es un error en una oficina?

—¿Me estás diciendo que yo no tengo educación? —la compañera se levantó de golpe, con los ojos encendidos de rabia, como si fuera a lanzarse contra Petra en cualquier momento.

Petra se mantuvo serena ante su furia. Levantó la mirada y la dirigió discretamente a la cámara de seguridad que tenían justo encima.

—Hasta donde sé, en Grupo Hurtado hay comedor para empleados. Pero aquí estás, armando un drama por una comida gratis. ¿Tan mala te parece la comida del comedor?

Apenas terminó de hablar, los demás, que antes le rogaban a Florencia que les pidiera comida, se dieron cuenta de lo que estaba pasando y sus caras cambiaron de inmediato.

Todos sabían que los cocineros del comedor de Grupo Hurtado eran de primer nivel. Aunque no llegaban a preparar banquetes presidenciales, sí eran reconocidos en el sector gastronómico por su calidad.

Esto podía escalar si llegaba a oídos del señor Benjamín. Si él se enteraba de que estaban armando un escándalo por una comida en plena oficina, el castigo sería seguro, y ninguno quería arriesgarse a eso.

Además, si lo pensaban bien, Petra no tenía culpa de nada. Ella simplemente había decidido no aceptar el gesto de Florencia, y ya.

—Lorena, ya déjalo. No es para tanto. Seguro la señorita Florencia pensó que todos ya habíamos pedido comida. Además, al final ella también pidió para todos, ¿no? —intervino alguien, tratando de calmar el ambiente.