Petra alzó una ceja y preguntó:
—Señor Benjamín, ¿anoche regresó a la empresa para trabajar horas extra?
Benjamín asintió con un leve murmullo, abrió la puerta del baño y entró.
Petra se quedó parada en el mismo lugar.
—¿No que no tenía que trabajar horas extra?
—Tú ahí no puedes ayudarme, mejor te dejé que regresaras a descansar —respondió Benjamín desde adentro.
Terminó de hablar y cerró la puerta del baño.
En la mirada de Petra cruzó una emoción difícil de descifrar.
Aunque ella no pudiera ayudar en nada, no era necesario que la llevaran primero a Grupo Hurtado y que después el chofer la regresara solo para que él volviera a trabajar.
Petra apretó los labios, sintiendo que, por alguna razón, algo dentro de ella se había movido por culpa de Benjamín.
Respiró hondo para calmar la inquietud que le revoloteaba en el pecho.
Cuando Benjamín terminó de asearse, se dirigió al vestidor. Vio que Petra le había preparado un traje para ir a trabajar, pero sacó una bata del armario y le habló con voz grave.
—No voy a la oficina esta mañana.
—¿Eh? —Petra tardó un poco en reaccionar, pero al recordar que Benjamín había trabajado toda la noche, supuso que quería descansar en casa, así que asintió.
—Está bien.
Apenas terminó de responder, Benjamín ya estaba desatando el cinturón de la bata, dispuesto a cambiarse ahí mismo, sin importarle que ella aún estaba presente.
Petra, al ver su intención, se dio la vuelta de inmediato y salió del vestidor a paso apresurado.
Benjamín se quedó un momento mirando la puerta cerrada, y en sus labios apareció una ligera curva divertida.
Ya cambiado con la bata, salió y le lanzó una mirada tranquila a Petra.
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