La voz de Benjamín sonó grave al apurarlos.
El fotógrafo también soltó una carcajada y comentó:
—La novia parece un poco reservada y tímida, ¿verdad? Entonces...
Antes de que terminara de hablar, vio cómo Petra se acercaba y le daba un beso en la mejilla a Benjamín.
—¡Eso, eso, así está perfecto!
El fotógrafo no quería perderse ese momento, así que apretó el botón y capturó la escena.
Con una pareja tan guapa como ellos, cualquier ángulo resultaba fabuloso.
Cada imagen parecía sacada de una postal, tan agradable que daba gusto mirarlas.
Después de unos minutos de sesión, ambos ya se sentían mucho más relajados frente a la cámara y la sonrisa de Petra se volvió aún más radiante.
Al terminar, el fotógrafo les indicó que se acercaran a revisar las fotos.
—Ya las pasé a la computadora, pueden escoger veinte. Se las retoco y se las dejo listas, el resto se las envío en cuanto termine. Por ahora, voy a imprimir sus fotos para el registro.
Benjamín se sentó frente a la computadora, revisando las imágenes con toda la atención del mundo.
La primera que guardó fue una donde él se acercaba para que Petra lo besara en la mejilla.
En esa foto, los ojos de Petra brillaban con una timidez encantadora, mientras Benjamín lucía seguro y hasta un poco presumido.
Eligió diez fotos en las que Petra se veía especialmente bien, su sonrisa iluminaba toda la pantalla.
Cuando terminó, la abrazó por la cintura y la atrajo hacia el centro, acomodándola frente a la computadora.
—Ahora te toca a ti. Elige las diez que más te gusten.
Petra, mientras Benjamín revisaba las otras imágenes, ya había decidido mentalmente cuáles eran sus favoritas.
Por eso, cuando él le pasó el mouse, Petra seleccionó rapidísimo las que ya tenía en mente.
Justo diez.
Las mismas que había pensado antes.
Sus movimientos fueron tan veloces que no pasó ni un minuto cuando ya había terminado, lo que hizo que Benjamín arrugara la frente y en sus ojos se notara cierta molestia.
—¿Ya terminaste?
Petra asintió.
—Sí, ya está.
—Mándalas directo a mi correo.
Tomó una hoja y un bolígrafo de la mesa cercana, escribió su dirección de correo y se la extendió al encargado.
El encargado la tomó con ambas manos.
—Perfecto, así lo haré.
—En tres días, seguro las tienen.
Benjamín lo corrigió de inmediato.
—En uno.
El encargado asintió de inmediato, un poco nervioso.
Antes de salir, Benjamín dejó caer sus palabras con una voz tan grave que no dejó lugar a dudas:
—Si llego a ver mis fotos en otro lado o si se filtran, no solo vas a perder tu local, también tendrás que cubrir una compensación enorme.
—¿Entiendes lo que significa?
Su tono era tan seco y contundente, que nadie se atrevió a responder con algo más que un asentimiento.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Traición en Vísperas de la Boda
Me gustaría saber cuántos capítulos faltan y cuando los publicará...