Roxana estaba muy atemorizada. El cuerpo le temblaba y, por instinto, trató de buscar refugio en ese abrazo.
—¿Por qué vino aquí si le da miedo? —preguntó Luciano más receptivo cuando sintió que el cuerpo le temblaba.
Estaba demasiado asombrada como para reaccionar cuando escuchó su voz.
—La sacaré —dijo el hombre suspirando.
Roxana de a poco recobró los sentidos. La voz le resultaba muy familiar y el aroma que percibió la puso nerviosa. «¿Luciano? No. ¿Por qué estaría aquí?». Levantó la mirada con confusión para toparse con los ojos de preocupación del hombre.
Roxana quedó paralizada en cuanto intercambiaron miradas. Respondió de inmediato y pareció que todo el miedo que sentía desapareció. Su expresión se tornó impasible y forcejeó para librarse de sus brazos. Luciano podía percibir su resistencia y enseguida se volvió distante con ella, permitiéndole que se soltara.
—¿Por qué está aquí? —le preguntó mientras lo miraba de forma sospechosa.
—Para buscarla —respondió de forma indiferente, tratando de recomponerse.
Tras escucharlo, Roxana frunció un poco el ceño.
—Creo que ya lo dejé bastante claro; como se ha tomado tanta molestia para buscarme, debe querer algo a cambio, ¿no?
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