Roxana, al darse cuenta de que era la persona de quien más sospecharían por su conflicto no resuelto con Luciano, se apresuró a explicar.
—Solo para que sepa, yo no he hecho esto. Siempre he creído que los niños no se merecen que los maltraten así. Además, Andrés y Bautista se llevan muy bien con Ela y yo jamás la golpearía.
Como la mujer había estado a solas con Estela por unas horas, no podría defenderse si Luciano decidía sospechar de ella. Sentía tanta ansiedad que se le notaba en el rostro. Luciano la miró confundido al escucharla.
—No sospecho de usted ni de nadie. De hecho, creo que sé quién lo hizo.
Roxana suspiró aliviada y le preguntó preocupada:
—¿Quién cree que ha hecho esto?
Mientras Luciano reflexionaba, parecía que la temperatura de la habitación disminuía. «Mi madre y mi padre sacaron ayer a Ela de la casa sin explicaciones. Aunque actuaron un poco extraño, sé que la quieren mucho y que jamás le pondrían un dedo encima. La única persona que ha estado con ella desde anoche es Abril. Sé que a Ela nunca le ha agradado, ¡pero no pensé que sería capaz de lastimarla así!».
—¿Entonces? ¿Quién es? —preguntó Roxana ansiosa al ver la expresión sombría.
Luciano hizo lo posible por reprimir su ira antes de responderle.
—Voy a dejar a Ela para que la cuide durante un momento. Debo ocuparme de un asunto.
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