En cuanto la maestra del jardín de infantes vio llegar a los cinco juntos, se sintió muy feliz e incómoda al mismo tiempo.
—Señorita Jerez… —Aunque era Abril quien había exigido la expulsión de Andrés y Bautista, Pilar seguía sintiéndose mal por ello y quería disculparse.
—¡Parece que volveré a dejar a Andrés y a Bautista a su cuidado! —la interrumpió Roxana con una sonrisa.
Pilar asintió.
—¡Por supuesto! Ambos son muy obedientes, ¡así que cuidarlos es un verdadero placer!
—Además, Ela parece estar actuando un poco extraña últimamente. No habla mucho con la gente, así que, por favor, cuídela de cerca —expresó Roxana tras asentir.
Como temía que Estela pudiera sentirse mal si se enteraba de su autismo, prefirió ni siquiera mencionarlo.
Pilar asintió y le aseguró que cuidaría bien de ellos.
Andrés y Bautista tomaron de las manos a Estela.
—¡Nosotros también ayudaremos a cuidar de Ela! Nos aseguraremos de que nadie la intimide —dijeron.
Con una sonrisa, Roxana se limitó a darles una palmadita en la cabeza.
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