—¿Cómo te sientes, mami? ¿Sigues con fiebre? —Sin poder ocultar su preocupación, Andrés y Bautista corrieron a la misma vez hacia la cama.
Roxana se rio mientras sacudía la cabeza.
—No. Ya me siento mucho mejor.
Los dos niños no estaban muy convencidos así que extendieron las manos para comprobar ellos mismos la temperatura de su frente. En cuanto Roxana los vio, se agachó para dejar que la tocaran. Entonces, vio la pequeña figura de la niña que estaba detrás de Andrés y Bautista la cual, con lágrimas en los ojos, se mordía el labio con preocupación; era bastante tímida en comparación con los dos niños. Roxana se sintió muy conmovida al ver eso y le sonrió.
—Ela, ¿quieres comprobar si estoy bien? —le pregunto a Estela.
La pequeña se puso rígida durante un segundo y asintió con entusiasmo. Al momento siguiente, soltó la mano de Lisa y se acercó a Roxana.
La mujer tenía el cuerpo inclinado mientras agarraba la mano extendida de la niña y se la ponía en la frente. Poco después, Estela retiró la mano y al fin sonrió.
—Estaban asustados, ¿verdad? Siento mucho haberlos preocupado.
Con cariño, Roxana acarició a cada uno de ellos tras recordar sus rostros de pánico al ver cómo la llevaban al hospital.
Bautista asintió con la cabeza sin parar.
—Andrés y yo seremos obedientes a partir de ahora. Mami, por favor, no trabajes demasiado, ¿sí?
Andrés, quien tenía una expresión seria, no dijo nada; sin embargo, se notaba que estaba de acuerdo con su hermano.
—Está bien, me cuidaré mucho —respondió tras reírse.
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