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La Verdadera Heredera que Regresó del Infierno romance Capítulo 5

Isidora abrió los ojos de par en par, se tambaleó y retrocedió varios pasos, casi perdiendo el equilibrio.

En su mirada se mezclaban el asombro y el miedo, pero sobre todo una incredulidad que la dejaba sin palabras.

No podía creer que Melisa recordara lo que pasó antes de los seis años.

¿Cómo era posible?

Con un coeficiente intelectual menor a ochenta, siempre pensaron que Melisa tenía mala memoria.

Por lógica, los recuerdos de su infancia, antes de los seis años, no deberían existir para ella.

Y sin embargo…

Melisa observó satisfecha la reacción de Isidora, y dejó que una sonrisa traviesa y desafiante se dibujara en el borde de sus labios.

—Vaya, parece que tú tampoco lo has olvidado… Esto se está poniendo interesante.

—Yo…

Isidora intentó decir algo, pero Melisa ya no le prestó atención. Se dio media vuelta y fue directo hacia donde estaba Florencia.

—Si tanto querías hacerte la dormida, ¿para qué te acercas a mi cara? —le soltó, con ironía.

Florencia tenía los ojos llenos de lágrimas, con una expresión de víctima que a cualquiera le movería el corazón.

—Hermana, sé que estás enojada conmigo, pero…

Melisa la interrumpió de inmediato, sin ganas de seguir escuchando excusas.

—Si de verdad quieres saber la respuesta, busca una institución y hazte una prueba. Así sales de dudas.

Luego, Melisa barrió con la mirada a todos los presentes. Su expresión era impenetrable.

—Aunque bueno, dudo que alguno de ustedes, que parecen tener la cabeza llena de aire, tenga el valor para hacerse una prueba.

Sus palabras no dejaron fuera a ninguno de los ahí reunidos, y todos sintieron el golpe en el orgullo.

Las caras se pusieron tensas, algunos apretaron los labios, otros desviaron la mirada.

Antes de que pudieran reaccionar, Melisa soltó una risita burlona.

—Pero hoy ando de buen humor, así que les voy a hacer el favor de aclararlo gratis.

En ese instante, sacó su celular, abrió la app de redes sociales y llamó por videollamada a un contacto guardado como “L”.

Apenas se conectó la llamada, una voz llena de entusiasmo se escuchó del otro lado.

[Meli, chiquita, te extrañé un montón. Me dijeron que fuiste a Real Fortia, ¿es cierto? Aguántame tantito, apenas termine unas cosas voy a buscarte.]

Y no solo eso, sino que se notaba que eran muy, pero muy cercanas.

Melisa, al notar las caras boquiabiertas de los Orozco, torció una leve sonrisa.

—Alguien me regaló una cadena diciendo que era diseño tuyo —comentó, con voz casual.

—¿Eh? —Carolina se quedó en pausa, pero enseguida se ofendió—. ¿Cómo que una cadena? ¡Melisa! ¿Ya te olvidaste de todo lo que te he hecho? Todo lo que llevas encima te lo diseñé yo, ¿por qué andas aceptando cosas de otros?

Las palabras de Carolina hicieron que todos dirigieran la mirada a Melisa, de pies a cabeza.

No lo habían notado antes, pero ahora caían en cuenta…

La ropa, los zapatos, la mochila, el reloj…

Todo lo que llevaba Melisa tenía el sello único de Carolina.

¡Era como si Melisa llevara encima una mansión en pura ropa y accesorios!

¿Cómo era posible que una chica que creció en un entorno tan complicado tuviera la suerte de conocer a alguien como Carolina?

Y no solo la conocía: Carolina la trataba con un cariño casi exclusivo, diseñándole hasta el último detalle de su vestuario.

La envidia y los celos se apoderaron de los Orozco, mientras veían a Melisa con una mezcla de asombro y incredulidad.

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