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Ojos Dulces, Mala Leche romance Capítulo 5

En este mundo, nadie tiene la obligación de portarse bien contigo solo porque sí. Todo lo que quieras, tienes que ganártelo por ti mismo.

Paulo entrecerró los ojos al mirar a la joven que tenía frente a él. Su hija no se parecía en nada a lo que Sabina había dicho: no era tímida ni sumisa, al contrario, se notaba que sabía defenderse y tenía una seguridad arrolladora. Además, no podía negar que era muy guapa, una belleza que llamaba la atención en cualquier parte.

Eso sí era digno de llamarse su hija. Carmela tenía una presencia y una apariencia que la hacían perfecta para un buen matrimonio.

—Carmela, tú y Sabi siempre serán las princesas de papá. Sabina tiene una de las mejores habitaciones, ¿por qué no se la das a ella para que se quede ahí?

El rostro de Sabina palideció de golpe. ¿Su papá quería que le entregara su cuarto a esa forastera? ¡Qué descaro!

¡¿Acaso ella se lo merecía?!

Sin embargo, Carmela negó suavemente con la cabeza.

—Papá, no quiero la habitación donde ella ha estado. Si me quedo ahí, cada vez que cierre los ojos solo recordaré cómo su mamá me sacó de tu lado y el dolor de no poder estar contigo. ¿Puedo vivir en el tercer piso? —le preguntó con un tono dulce, casi como si estuviera pidiendo permiso, su voz sonaba suave y un poco lastimada.

Paulo era el jefe de la familia; Carmela solo necesitaba congraciarse con la abuela y con él. Los demás, simplemente podían servir a sus planes.

Lo que realmente le interesaba a Carmela eran los recursos de la familia Medina.

Al escuchar la voz mimosa de su hija, la mirada de Paulo se suavizó, y sin darse cuenta, su tono se hizo más gentil.

—Está bien, está bien, como tú quieras. Ve a escoger el cuarto que más te guste en el tercer piso, yo haré que traigan todos los muebles en menos de dos horas.

—Gracias, papá... Al fin entiendo lo que se siente tener a papá cuidando de mí.

Con los ojos enrojecidos, Carmela se aferró al brazo de Paulo. Al sacar a la luz sus propias heridas, logró que casi todos en la sala —excepto Sabina— bajaran la mirada con cierta vergüenza.

Al final del día, la sangre pesa más que el agua. Paulo terminó por ceder ante la ternura de su hija biológica.

Solo Carmela sabía que la razón por la que la anciana había venido personalmente era para ponerla a prueba. A la señora nunca le habían gustado las chicas débiles y sumisas, y Sabina era exactamente así: dulce por fuera y venenosa por dentro, algo que la abuela despreciaba.

En su vida pasada, Carmela había intentado ganarse el cariño familiar imitando a Sabina, pero solo consiguió decepcionar todavía más a su abuela.

Ahora, en esta nueva oportunidad, estaba decidida a convertirse en la próxima heredera de la familia Medina.

Eligió la mejor habitación del tercer piso, y Paulo hizo que le enviaran ropa nueva y muebles de primera calidad.

Carmela contempló todo lo que había conseguido tan fácil: solo había hecho un par de halagos, derramado unas cuantas lágrimas y Paulo ya le abría la cartera sin pensarlo. Era la prueba de lo ingenua que había sido en su vida anterior.

Capítulo 5 1

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