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¿Problemas con tu Ex? Cásate con su Hermano. romance Capítulo 6

El asistente que acompañaba al hombre se quedó helado al ver la escena.

De inmediato quiso acercarse para apartar a Elisa, pero la mirada del hombre lo detuvo en seco.

Mario se quedó pasmado, incapaz de creer lo que veía mientras fijaba la vista en Bastián.

¿Hoy qué le pasaba al señor Rangel?

Nunca había visto a ninguna mujer acercarse tanto a él, al punto de que sus labios casi rozaban la garganta de Bastián.

Elisa lo miró directo a los ojos, con la mirada un poco perdida a causa del alcohol. De un tirón jaló la corbata de Bastián, acercándose aún más. Con la voz pastosa y atrevida preguntó:

—¿Cómo te llamas? ¿Cuánto me cobras por pasar la noche contigo?

Bastián la observó por un momento; su piel clara y el rubor de sus mejillas le daban un aire entre provocador e inocente. Sus ojos se posaron en el pequeño lunar bajo el ojo de ella.

Era ella.

La mirada distante de Bastián se tiñó de una sombra indescifrable. Sin darse cuenta, apretó un poco más la mano que sostenía su cintura, y hasta su respiración se desordenó.

—No te va a costar nada, pero necesitas un permiso.

Elisa seguía colgada de su cuello, cada vez más mareada. Solo alcanzó a escuchar esa respuesta y, sonriendo, murmuró:

—Así me gusta, directo y sin rodeos.

Así, el segundo objetivo de la noche estaba a punto de cumplirse.

La mirada intensa de Bastián se posó en los labios carmesí de Elisa. Sintió un nudo en la garganta, y su mano, que ya rodeaba la cintura de ella, bajó hasta su espalda.

En un solo movimiento, la levantó en brazos, como una princesa, y murmuró con voz ronca, cargada de deseo:

—El brindis de la boda… podemos adelantarlo.

Elisa no entendía nada de lo que decía, solo sentía el vértigo de ser levantada de repente y, por reflejo, se aferró a su cuello. Al alzar la cabeza, quedó a la altura de su garganta.

La nuez de Adán tan marcada… qué sexy.

Sin poder resistirse, pasó la mano por ahí, curiosa.

Luego se relamió los labios y, de un impulso, mordió suavemente.

Solo se escuchó el quejido ahogado del hombre, y la mano que le sujetaba la cintura apretó con fuerza.

Un escalofrío, una descarga eléctrica recorrió el cuerpo de ambos.

Entonces, sintió unos labios cálidos posarse sobre los suyos.

¿Y si ese tipo era feo? ¿Afectaría eso a sus futuros hijos? Peor aún, ¿y si tenía alguna enfermedad?

Aunque, pensándolo bien, para estar en La Cúpula de Cristal, seguro no iba a andar con problemas raros. Pero, ¿y si solo quería aprovecharse de ella?

Al menos debía asegurarse de que tuviera buen carácter.

¿Y si lo ponía a prueba?

Como en esas novelas donde la protagonista es humillada con dinero, a ver cómo reaccionaba él.

Con esa idea, se puso el abrigo, sacó todo el efectivo de su cartera y lo contó: unos tres mil pesos.

Iba a dejar el dinero sobre la cama cuando...

La puerta del baño se abrió.

Elisa sintió que el corazón se le salía del pecho. Volteó, tensa, y cuando vio quién salía del baño, se quedó paralizada, con los ojos abiertos de par en par.

—¿Bastián?

De repente, esos tres mil pesos en su mano le quemaban como si tuvieran fuego.

Ahora sí, el corazón se le fue al suelo.

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