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¿Quién es el hombre de mis sueños? romance Capítulo 11

Dos hombres con una presencia imponente estaban sentados en la cabina central, la más costosa del club nocturno subterráneo, Ciudad Nocturna, pero no estaban bebiendo alcohol ni estaban en compañía de ninguna de las mujeres que trabajaban allí.

Kevin miró al hombre de rostro pétreo, quien estaba sentado a su lado y sostenía un cigarrillo encendido entre los dedos, de vez en cuando daba una calada.

—Pat, te traje para divertirnos. ¿Cómo se supone que lo hagamos si estás espantando a todas las chicas? ¿Qué te parece si traigo a unas cuantas chicas más? —Renunció inmediatamente a esa idea cuando Patricio le lanzó una mirada filosa como una daga—. Está bien, de acuerdo. No invitaré a ninguna chica. ¿Estás contento ahora? De todos modos, el espectáculo de esta noche tendrá algo especial, porque volvió la mejor bailarina de Ciudad Nocturna y actuará esta noche. Escuché que es una mujer preciosa con una figura muy sexi.

Se podía vislumbrar la lujuria en los ojos de Kevin mientras hablaba; estaba ansioso por ver el espectáculo. Patricio sacudió la ceniza del cigarrillo y dijo con indiferencia:

—No me interesa.

—Pat, la mujer que buscas, ¿cómo es? —le preguntó el amigo, luego de servir dos copas de vino.

Los amigos más íntimos de Patricio sabían que llevaba seis años buscando una joven y querían saber qué aspecto tenía aquella mujer que había cautivado el corazón del hombre. Patricio tomó un sorbo de la copa de vino que le entregó Kevin y, estrechando los ojos hasta convertirlos en rendijas, contestó:

—No sé qué aspecto tiene.

Kevin se ahogó y escupió el vino que estaba bebiendo al escuchar su respuesta.

—¿N-no sabes cómo luce? Entonces, ¿cómo piensas encontrarla?

La respuesta de su amigo lo tomó por sorpresa; en su mente, Patricio era la cabeza de la familia más poderosa de Puerto Aven. Era una leyenda en el mundo de los negocios, conocido por su extraordinaria inteligencia y sus tácticas astutas. Sin embargo, la respuesta tan sincera que acababa de decir lo había hecho parecer un idiota.

Patricio tomó de un trago todo el contenido de su copa y dejó escapar un largo suspiro. La luz de sus ojos se atenuó un poco mientras pensaba para sí mismo: «Realmente es todo un reto para mí localizar a esa chica, pero tengo fe en que algún día la encontraré».

—¡Por favor, den la bienvenida a nuestra mejor bailarina, la señorita Conejita! —anunció, emocionado, el DJ en el escenario.

Una mujer con un vestido de satén blanco apareció en el escenario y comenzó a bailar con gracia alrededor del poste. El vestido blanco acentuaba la elegancia de la bella bailarina y el público enloqueció, vitoreándola. Incapaz de apartar los ojos del escenario, Kevin palmeó el regazo de Patricio ante aquella vista.

—Aún tiene una figura muy seductora a pesar de tener una hija de esa edad. Qué pena; qué desperdicio.

A Kevin se le partía el corazón y tuvo la sensación de que, si los demás hombres del público se enteraban de ese asunto, también compartirían su sentimiento.

Génova se adelantó en el escenario y se inclinó ante el público cuando la canción terminó y, a continuación, estalló una puja entre la multitud.

—¡Diez mil!

—¡Veinte mil!

—¡Cincuenta mil!

Según las reglas de Ciudad Nocturna, la mejor bailarina tendría que brindar con el mejor postor y el importe de la puja se consideraría la propina de la muchacha, algo que también le convenía mucho a Génova para poder ganar la mayor cantidad de dinero posible. Mientras escuchaba los gritos del público, rezaba para sus adentros para que la puja subiera.

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