¿Quién es el padre de mis hijos? romance Capítulo 8

Tenía una mirada de desconcierto, pero permaneció callado.

«Tss. De tal palo tal astilla». Saúl pensó que el chico había perdido los nervios.

—Tu papá me pidió que te revisara porque estaba preocupado por el lunar de tu mano. Dijo que antes no estaba allí. Por eso necesito sacarte un poco de sangre —explicó Saúl en seguida.

—¿Un lunar? —Gaspar parpadeó y levantó el brazo para buscar el lunar—. Oh. Esto... —se interrumpió mientras fruncía el ceño.

De repente, se dio cuenta de que podía haberse delatado, así que cambió su expresión y los miró con una mueca.

—¡Cuál es el problema! Es sólo un lunar, ¿no? —exclamó.

Bautista permaneció en silencio.

Saúl no pudo evitar soltar una pequeña carcajada al comparar la expresión tranquila de Gaspar con la de Bautista. Sin embargo, dejó de sonreír cuando el hombre lo fulminó con la mirada.

—Francisco, terminará muy rápido. El doctor Badal sólo te sacará un poco de sangre y te controlará un rato. ¿No quieres darle tranquilidad a tu papá? —dijo Luis con suavidad.

El pequeño se puso pálido cuando vio su pequeño dedo. No soportaba la visión de la sangre.

Bautista frunció el ceño ante la reacción de Gaspar hacia la sangre. «¿Qué le pasa? En el pasado soportaba el dolor, así que ¿por qué actúa ahora con tanta timidez?»

—¡Date prisa y detén la hemorragia de una vez! —Bautista lanzó una mirada a Saúl, haciendo que éste se apresurara.

—¡Francisco, aguanta! Déjame sacar un poco de sangre... ¡y ya está! —comentó después de apretar el dedo del pequeño. Después de conseguir suficientes muestras de sangre en el tubo, Saúl puso un bastoncillo de algodón contra la herida—. ¡Buen trabajo! ¡Pronto estarás bien!

Por otro lado, Gaspar apretaba los ojos todo el tiempo. Cualquiera se sentiría mal por él al ver lo enfadado y asustado que parecía.

Luis lo abrazó rápido mientras aplicaba algo de presión contra el hisopo para que Saúl pudiera empacar sus cosas más tranquilo.

—Francisco, ya me voy. Me pasaré a jugar contigo en otro momento. —Dijo Saúl y se marchó a toda prisa al ver que Gaspar le ignoraba. Para ser sincero, él también estaba preocupado por el pequeño y quería hacer las pruebas lo antes posible.

—Francisco, ¿por qué no duermes un poco más? —Luis continuó engatusándolo.

«¿Será que papá sabe que algo anda mal?» Gaspar se asustó.

De repente, sintió que la mano de alguien le tocaba la cabeza. Levantó la vista y vio el rostro inexpresivo de Bautista.

—¿Te duele? —preguntó torpemente. No se le daba bien consolar a los demás.

«¿Papá es siempre así? Qué frío... Nadie se sentiría reconfortado así, ¿sabes?»

—¿A ti qué te parece? ¿Quieres pincharte y probar? —Gaspar resopló, actuando como si no estuviera dispuesto a seguir conversando con él.

Bautista miró a su hijo durante un breve segundo sin decir nada.

—Francisco, ¿tienes hambre? Te prepararé algo, ¿está bien? —Luis se ofreció rápidamente por preocupación tras notar el silencio entre ellos.

Gaspar no respondió, pero su estómago gruñendo sí lo hizo.

Luis acarició la cabeza del pequeño como un abuelo cariñoso y retiró el hisopo de su dedo. Una vez que se aseguró de que la hemorragia había cesado, lo llevó a la cama.

—¡Descansa un poco más, Francisco! Te prepararé algo delicioso.

Gaspar se tumbó en la cama de Francisco mientras se sonrojaba. Se giró hacia el otro lado de la habitación para evitar mirar directo a Bautista, sólo para ver que la habitación de Francisco estaba llena de muchos de sus muñecos de robot favoritos.

Capítulo 8 El alboroto del topo 1

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