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Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 173

Valentín se acercó para tratar de calmar la situación.

—Señor, por favor, no se altere, a lo mejor esto es solo un malentendido.

—¿Malentendido? —Gonzalo se puso todavía más alterado—. ¡Los encontré en plena movida! ¿Qué explicación puede haber?

Dirigió una mirada feroz a Karina.

—¡Tu madre, cuando era joven, ya era de las que andan brincando de un lado a otro! ¡A saber con cuántos se acostó! Yo pensé que, al casarse conmigo, por fin iba a sentar cabeza.

Soltó una carcajada venenosa.

—Pero no, ni después de ese accidente que casi la deja al borde de la muerte, ¡todavía se las arregla para buscarse un amante en el hospital!

La miró con desprecio.

—Y tú, como hija, seguro tienes parte de culpa en esto, ¿verdad?

Karina temblaba de rabia. Cuando abrió la boca para defenderse, Lázaro la sujetó del hombro y la hizo retroceder un poco. En ese instante, Yago, que había estado callado, se lanzó hacia adelante de repente.

Con el puño cerrado, le dio un golpe directo a la cara de Gonzalo.

—Puedes decir lo que quieras de mí, pero no te atrevas a hablar así de Yolanda.

—¡Ella siempre ha puesto todo de sí para ti! ¿Sabes cómo la lastima que le hables así?

Nadie se dio cuenta de que, en la cama de la unidad de cuidados intensivos, lágrimas silenciosas corrían por la mejilla de Yolanda. Aunque su cuerpo no podía moverse, su mente ya empezaba a aclararse.

Cada palabra de esa discusión, llena de veneno, fue como una espina clavándose en sus oídos.

No podía creer que su hija ya supiera la verdad.

Jamás habría imaginado que ese hombre al que trató de borrar de su memoria y de su vida, estuviera ahora esperando justo afuera de la puerta.

Pero lo que más le dolía era darse cuenta de lo que Gonzalo, el hombre al que había amado toda una vida, era capaz.

Lo lamentó profundamente.

Se lamentó por no haber escuchado a quienes le advirtieron, por haberse casado con él sin pensar en las consecuencias.

Se había equivocado. Y no era un simple error, era un abismo imposible de ignorar.

Ese corazón, que durante más de veinte años latió solo por él, en ese momento se hizo pedazos.

...

—Bip… bip… bip…—

De pronto, la máquina de monitoreo empezó a sonar con urgencia.

—¡Rápido, la paciente está teniendo una arritmia severa! ¡El ritmo cardiaco está fuera de control!

Capítulo 173 1

Capítulo 173 2

Capítulo 173 3

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