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Se casó con el tío de mi ex romance Capítulo 3

Al día siguiente, la alta sociedad de Terraflor se reunió para la gran celebración. A tres horas del inicio de la fiesta, los invitados de los Herrera comenzaron a llegar en lujosos vehículos, lo que hacía que el único taxi de aplicación destacara de manera notoria, y las miradas se dirigieron rápidamente a Ana cuando descendió de él.

—¿Qué está sucediendo? ¿Ana está tan mal que tiene que viajar en taxi? ¿Mateo no le mandó un auto? —murmuraban algunos curiosos.

—Pobrecita, los Ramírez la echaron, y después de tantos años aún no logra casarse con un Herrera. Seguro ese compromiso está por romperse —comentaban otros.

Ana entonces se vio rodeada de murmullos y miradas furtivas; algunas de lástima y otras de malicia. Sin embargo, los ignoró mientras avanzaba decidida hacia la habitación de Carlos. Al llegar, levantó la mano para tocar, pero una conversación al otro lado la detuvo.

—Mateo, pronto tendrás tu propia familia, por lo tanto, debes ser más cuidadoso con tu comportamiento —decía el anciano con voz severa.

Mateo permanecía de pie frente a él, cabizbajo, sus pestañas ocultando cualquier emoción que pudiera revelar sus pensamientos.

—Abuelo, Isabella y yo solo somos amigos.

—¿Amigos? ¡Hasta la amistad tiene límites! —Carlos lo miró con cierta irritación—. Dime, ¿qué estabas haciendo con Isabella hace un momento?

—Solo le estaba arreglando el cabello que tenía despeinado. Abuelo, sabes que amo a Ana.

Carlos, frustrado, golpeó a Mateo con su bastón.

—¡Si realmente la amaras, ya la habrías convertido en tu esposa! ¡No esperes a que alguien te la arrebate para arrepentirte!

Ana decidió no escuchar más y llamó a la puerta, interrumpiendo la conversación.

—Carlos.

—¡Ana! —El rostro del anciano se iluminó con alegría al verla. Sus ojos se arrugaron en una cálida sonrisa mientras le hacía señas para que se acercara.

Ana cruzó la habitación, pasando junto a Mateo sin dignarse a mirarlo.

—Ese vestido debe haberlo elegido Mateo, ¡te queda perfecto! —la elogió Carlos, sin notar cómo su nieto se ponía aún más colérico.

Con su metro sesenta y cinco, Ana lucía elegante. El vestido, minimalista pero lujoso, dejaba sus hombros al descubierto y realzaba su cuello, mientras un espectacular collar de diamantes completaba el conjunto. Su cabello negro estaba recogido en una cola alta, con mechones que enmarcaban delicadamente su rostro. Era la misma Ana de siempre, pero algo en ella había cambiado.

Mateo apretó los puños con fuerza, conteniendo una inexplicable ira. Cuando Carlos preguntó por el vestido, Ana respondió vagamente que era un regalo de un amigo y cambió de tema al instante.

La conversación eventualmente giró hacia el matrimonio.

—Ana, ya no son tan jóvenes. ¿Cuándo piensan fijar la fecha de la boda?

—Carlos, Mateo y yo...

—Abuelo —interrumpió Mateo con brusquedad—, mamá dice que ya viene en camino. Llevaré a Ana a saludarla.

Capítulo 3 1

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