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Señor exmarido, sus gemelos vienen a cobrar deudas. romance Capítulo 2

Tiberius emergió bajo la tormenta sin paraguas, su traje ya no mostraba su elegancia mientras absorbía la lluvia.

Evana cayó en sus brazos, pero no lloró. No aún.

Tiberius no necesitaba más explicaciones. Sus dedos se apretaron con fuerza al sentir el temblor de su hermana y echó una mirada profunda a la mansión que ella acababa de abandonar.

–Vámonos de aquí –rugió, quitándose el abrigo y envolviendo a su hermana con la prenda húmeda.

​​Al llegar al lujoso edificio donde vivía Tiberius, el ascensor panorámico reveló una ciudad iluminada que a Evana le pareció de cartón.

En el apartamento se dejó caer en el sofá de cuero blanco, hundiendo los dedos en el tejido como si aún pudiera aferrarse a algo.

–¿Qué pasó? –preguntó mientras servía vino para él y agua para su hermana.

–En la casa estaban celebrando la llegada de una mujer, Ignacio me dijo que era el amor de su vida que había regresado a él y que mañana su abogado me presentará el acuerdo de divorcio, quiere que firme y me vaya de la casa.

–Esa debe ser Alya Thomas, fue su novia de la preparatoria.

–¿Tú la conoces?

–Todos la conocen, la popular, la reina del baile, la consentida por los que la rodean. Tú no creciste aquí, no tenías razón para saber de ella. Tampoco Ignacio tiene derecho a apartarte de su vida así.

–¿Sabes qué es lo más estúpido? –susurró mientras las luces del Empire State Building parpadeaban a lo lejos–. Pensé que se enamoraría de mí, aunque siempre supe que yo sólo era su segunda opción ... –su voz se quebró–. Pero juré que nuestros hijos nunca lo serían.

Tiberius contuvo el aliento. Notó cómo sus propias manos, habituadas a destrozar contratos, temblaban al deslizar la copa de agua hacia ella.

–¿Hijos?

–El embrión se dividió, ahora espero dos hijos.

–¿Le dijiste?

–No.

Tiberius se arrodilló frente a ella, tomando su mano entre las de él, sujetándolas con firmeza para darle apoyo y confort, entonces expresó:

–No son hijos de él –sentenció con suavidad letal–. Son tuyos y llevarán nuestro apellido.

–Vas a ser tío doble, ¿no estás contento? –cuestionó Evana intentando sonreír, al tiempo de mostrarle el sobre de la ecografía ya deformado por la lluvia, pero las dos siluetas borrosas seguían allí.

–Gemelos… –Tiberius leyó el informe con voz neutra, pero sus nudillos se blanquearon alrededor del papel–. Solo sé que vas a sufrir mucho.

El silencio que siguió a esa frase fue tan espeso que Evana pudo oír el tictac del reloj de su hermano.

–No voy a rogarle, si solo fui su entretenimiento mientras ella no estaba mi papel terminó, me divorciaré.

–¿Estás segura?

Capítulo 2 1

Capítulo 2 2

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