El avance y la superación de Evana pronto llegaron a las revistas empresariales, aun cuando ella no concedía ninguna entrevista era objeto de muchos artículos porque había logrado acuerdos internacionales que catapultaban su empresa de seguridad no solamente como la más importante, sino la más poderosa en cuanto al alcance de sus servicios.
La seguridad de varios jefes de estado estaba a cargo de Security Wellington, una división que ella había creado específicamente para personal de alto perfil y alto riesgo.
Su personal era cuidadosamente seleccionado y conformaban una élite extraordinariamente preparada, contratarlos era toda una odisea y eso solo sumaba intriga y curiosidad hacia ella.
En Nueva York, otro CEO exitoso leía sobre ella y comentaba en solitario:
–Evana Wellington, así que ese es tu nuevo apellido, buscaste sombra bajo un árbol muy frondoso, con razón no te importó llevarte ninguna de tus pertenencias ya tenías quien te comprara trajes y joyas nuevas. ¿Desde cuando estabas con él? ¿Te atreviste a engañarme?
–Cielo, esta tarjeta no me funcionó –manifestó Alya entrando abruptamente a su oficina con una tarjeta de crédito en la mano.
–Debes haber sobrepasado el límite otra vez y tienen orden de bloquearla si eso sucede.
–¿Límite? ¿Le pusiste límite a mi tarjeta de crédito? ¿Por qué?
–Porque la usas indiscriminadamente Alya, ¿qué quieres comprar ahora?
–Cosas que necesito.
–¿Necesitas? No necesitas nada Alya, tienes percheros llenos de trajes con etiquetas, zapatos que nunca has sacado de sus empaques, joyas que en dos vidas no usarías, entonces ¿qué cosas necesitas?
–Unas cremas, te gusta la suavidad de mi piel, ¿no?, bueno eso se logra con cremas.
–Arréglatelas con las que tienes.
–¿Qué te pasa? ¿Qué te importa que gaste unos cuantos dólares?
–No son unos cuantos dólares Alya, te gastas una fortuna cada mes, diez familias vivirían con lo que te gastas en una tarde.
–Hablaré con tu madre –anunció y salió haciendo mucho ruido con sus tacones de marca.
Ignacio llevó las manos a su rostro y los frotó con frustración, no era feliz, todo había sido un espejismo y estaba atrapado totalmente.
***
Seis años después…
Todas las oficinas de Empresas Wellington estaban manifestando el entusiasmo por la celebración del 75 aniversario de la empresa, había carteles y artículos de oficina alegóricos por todas partes.
–Esto será grande –señalaba Evana a través de la pantalla del celular de su hermano.
–Así es, ¿qué decidiste?
–Irán los gemelos con sus niñeras.
–Ya han pasado seis años.
–Lo sé, pero no tengo tanta entereza como pretendo si se trata de estar en la misma ciudad.
–Quisiera tener el poder de borrarlo de tu mente.
–Ojalá lo tuvieras, me hubieras ahorrado muchas noches de insomnio.
–Bien, entonces prepáralos y mándalos en el jet, yo no puedo ir por ellos.
–Irán con escolta, no obstante, todavía pienso que pudiste haber hecho ese evento aquí.
–No, el evento tenía que hacerse donde nació todo y eso fue en Nueva York, donde llegó nuestro abuelo y fundó lo que llamaba su modesta compañía.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Señor exmarido, sus gemelos vienen a cobrar deudas.