— Cariño —suspiró Nicholas agotado—. Háblame, solo quería escuchar tu voz un momento —tampoco estaba teniendo un buen día
— ¿Qué pasa? No me gusta como suenas ¿Hay algún problema? ¿Puedo hacer algo?
— Suenas hermoso cuando te preocupas por mí
— No digas eso ¿Nic, qué tienes? —pidió bastante preocupada, esa voz no era una que conociera…
— Llamo para cancelar y no sabes cómo detesto tener que hacerlo pero surgió algo en el trabajo y debo resolverlo —soltó aire con fuerza—. Necesitaba tanto verte por la noche, esta mañana fue la primera que no te encontré despierta, conseguiste dormir bien y no quise despertarte para despedirme, no pude ver tus ojitos hermosos y traviesos
— Eso es porque me dejaste agotada y no fue buena idea tomar mi píldora en la madrugada, casi me pierdo la horrorosa cita con el Doctor Kaen, de tanto que dormí
— ¿Sucede algo malo? ¿Te encuentras bien?
— Olvida que lo mencioné, solo no quiero que te angusties, no voy a morir por una noche sola
— Danielle —lanzó como una suave advertencia
— No quiero que pienses que vernos o dormir juntos es una obligación porque no lo es
— Es que…, te necesito y me voy a volver loco aquí rodeado de inútiles —bufó sin paciencia
— Bájale a ese carácter o no vas a solucionar nada así —lo regañó—. Toma algo fuerte y despéjate o solo caminarás en círculos y seguirás hundiéndote en ese problema que te tiene estresado
— Como te extraño para que soluciones mi mierda —suspiró controlándose
— Muy bien ¿qué dices si te hago una visita rápida? Estoy segura que Aaron, lo entenderá
— Si, por favor necesito que me calmes antes que decapite al primero que se atreva a llevarme la contraria
— Manda a tu secretaria lejos, no quiero que la pobre acabe llorando por tu mala leche
— Me estás provocando, ya para y vente de una vez, te necesito
— ¡Apareció don exigente! Me voy a tomar el bus en este preciso instante —anunció sonriente
— ¿El bus? —protestó—. Sube a un taxi, no quiero que te pase algo, esas cosas son peligrosas
— Ya no te preocupes, nos vemos en un rato —se despide
— Danielle, hablo en serio sube a un taxi y el botones estará esperándote
— Odiosito, ya cuelga. Nos vemos en un ratito
Ignorando su tono de fastidio porque mencionara que subiría al transporte público, Danielle, cerró los archivos en los que trabajaba y bajó la pantalla del portátil. Se levantó del sofá de su amigo y comenzó a recolectar sus cosas para dejar todo ordenado antes de marcharse
— ¿Ya corto tu novio? —preguntó regresando con su taza a medio beber
— Wes, sabes que detesto que llamen a la gente por una etiqueta, es Nicholas, no “tu novio”, es como si perdieras tu identidad solo por salir con alguien
— Ya no te pongas tan grave, que genio —gruñó regresando a su sillón
— Perdona..., hoy estoy…, irritable
— Calma, sabíamos que la terapia no sería linda, no finja conmigo señorita
— No sé qué me pasó, estaba bien pero tan pronto como salí del edificio sentí pánico, ese malestar en el pecho, como una opresión que no me permitía moverme y yo...
— Me alegra que hayas llamado, no quiero que ni intentes subir a un taxi con un desconocido cuando te sientas así ¿de acuerdo?
— Gracias Wes
— Dame un abrazo y ve a ver a tu “Nicholas”
— Está con mucho trabajo, solo voy a hacerle una pequeña visita
— Si vas a darle algo de “motivación” bajo su escritorio por favor pon algo en tus huesudas rodillas
— ¡Cierra la boca! —chilló ruborizada
Divertido porque aún se ruborizara Wes, se levantó dejando su taza de lado y la estrujó en un cariñoso abrazo bromeando un poco más acerca de esa visita al trabajo de su novio, le encantaba molestarla cuando estaba en uno de esos días difíciles, se aseguraba de distraerla un poco, sabía que sus terapias estaban tocando temas delicados de los que le gustaría no volver a hablar jamás en la vida, pero allí estaba ella intentando sanar.
45 minutos más tarde Danielle, estaba entrando en su oficina sin tocar antes y no pudo evitar esbozar una sonrisita al recordar lo normal que era esa acción en el pasado, excepto por lo de entrar sin autorización, eso lo habría puesto de los mil demonios
— Buenas tardes Señor Allen, lamento la interrupción pero me urgía verle la cara —contuvo la sonrisa aguardando por su reacción
— Danielle
Levantando la vista de su pantalla Nicholas, soltó un sonoro suspiro, esbozando la primera sonrisa del largo día. Dejó lo que hacía enseguida y reclinándose en el respaldo de su silla la observó acercarse, pero iba demasiado despacio así que se levantó y fue por ella, la estrechó en sus brazos con tanta fuerza que la levantó del piso como si llevara semanas sin verla.
— Que recibimiento tan rico ¿te encuentras bien? —deslizó sus brazos aprisionados por los de Nic, y le rodeó el cuello con cariño
— Hasta que te tengas que ir lo estaré
— Vaya, una frasecita —cuchicheó mirando sus labios
— Ha sido un día infernal y no me gusta tener que pasar la noche sin ti
— No es una obligación, por favor quita esa arruga de tu frente —pidió preocupada—. No me gusta verte agobiado ¿puedo hacer algo por ti?
— Sé que no es obligación Dani, pero me gusta estar contigo
— Dame un beso y cuéntame lo que sucede, vamos ya no me hagas esperar
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