Sin Reconciliación, me Casé con un Magnate romance Capítulo 680

Esta última habló con cautela: —No le hagas caso a lo que dice Alicia, si los periodistas nos ven, seguro van a tergiversarlo todo.

Marco entonces desistió de la idea de revisarse, aunque la molestia en su pierna no cesaba, y el dolor empezaba a intensificarse.

Marco miró a María: —Mari, quiero ir a descansar un poco.

—Todavía tenemos que posar para las fotos y aceptar entrevistas, aguanta un poco, no podemos irnos.

María no quería que Alicia tuviera motivos para burlarse ni para hacer comentarios malintencionados.

Marco también comprendía la intención de María, y dijo en voz baja: —¿Entonces puedo sentarme en una silla de ruedas a descansar un momento?

—Marco, ya puedes ponerte de pie, ¿para qué necesitas volver a eso?

María lo tomó del brazo: —No dejes que las palabras de Alicia te asusten. Los productos de nuestra empresa son los mejores, no habrá ningún problema. Vamos.

Alicia observó el sudor en la frente de Marco, era evidente que se sentía fatal.

En efecto, en su vida pasada, María había sentido celos de que ella participara en el proyecto de inteligencia artificial, y se había empeñado en involucrarse en el desarrollo de las muestras.

Como resultado, la primera muestra de aquella época también fue probada por Marco, pero le resultó extremadamente incómoda.

En aquel momento, Alicia no pudo soportarlo y se ofreció voluntariamente a reemplazar la muestra.

Sin embargo, fue regañada por Jorge, quien dijo que ella solo quería quitarle el mérito a María. Incluso Marco afirmó que la muestra diseñada por María no tenía ningún problema, y que era ella quien insistía en lo contrario.

Esta vez, Alicia decidió observar en silencio.

También tenía curiosidad por ver hasta dónde llegaría Marco por María, cuánto sería capaz de soportar.

Cuando María y Marco se acercaron, los periodistas comenzaron a tomarles fotos.

María disfrutaba mucho de estar en el centro de atención, y mostró una sonrisa elegante y apropiada.

—Claro que conocemos perfectamente nuestro propio producto.

María mostró una expresión de profundo dolor: —Alicia, lo robado nunca será tuyo. Si sigues así, cuando esto se haga más grande, nadie podrá salvarte.

Jorge dio un paso al frente y se colocó frente a Alicia: —Mari tiene razón. Si confiesas la verdad ahora, no te responsabilizaré por la filtración del secreto comercial.

Alicia levantó la cabeza y lo miró fríamente: —Qué descarados son ustedes.

—Ay, Alicia, ¿cómo llegaste a esto? De verdad me decepcionas.

Jorge le acarició la cabeza: —Cuánto extraño a la Alicia obediente de antes.

—¡No la toques!

Roberto sujetó con fuerza el brazo de Jorge, con la mirada helada: —¡Quita la mano!