"¡Ey! ¡Despierta!"
Carol quería que él volviera a su casa a dormir.
Sin embargo, aunque movió la boca, las manos y hasta los pies, como una loca tratando de despertarlo en voz baja, gritando, golpeando y pateando, no logró despertarlo.
Era un completo caos, uno intentando hacer de todo y el otro tranquilo como un pollo durmiendo.
¡Tú haz lo tuyo, que yo dormiré lo mío, sin molestarnos!
Lo máximo que hizo Aspen fue fruncir el ceño, y luego... nada.
Ni siquiera parpadeó.
Viendo que despertarlo para que se fuera a su casa era imposible, Carol llamó a Abel y a Orion.
¡Esperaba que pudieran llegar a llevarse a ese hombre!
Pero, claro, si ellos dos fueron quienes lo mandaron hasta allá, ¿cómo iban a responder a su llamada?
Abel y Orion se hicieron los muertos.
Como dice el dicho, nunca esperes respuesta de alguien que se hace el muerto, así que Carol no pudo contactar ni a Abel ni a Orion.
Y como solo tenía esos números, tampoco conocía a otros amigos de Ape.
Por lo tanto, esa opción de llevarse a Ape también se cerró.
¿No sería demasiado llamar a Miro a esas horas, verdad?
¡Miro todavía era un niño! ¿Cómo iba a ir hasta allá a buscarlo?
Pensándolo bien, Carol abrió una app en su teléfono, intentando contratar a alguien para que se lo llevara.
¡Pero por más de una hora no hubo quien aceptara el trabajo!
Era algo completamente fuera de lo común, ¡increíble!
No podía quedarse esperando así, así que, después de pensarlo, se armó de valor y decidió llevarlo ella misma.
Volvió a su casa, se puso ropa deportiva y se recogió el pelo en una cola de caballo.
Al salir, se arremangó, agarró a Aspen por una pierna e intentó arrastrarlo al ascensor.
¡Pero no se movió!
Abandonando el intento de arrastrarlo, intentó levantarlo pasando su brazo alrededor del cuello de Aspen, esperando poder sostenerlo así.
Como era de esperarse, ¡no lo logró!
Usó todas sus fuerzas, pero no logró moverlo ni un centímetro.


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