Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 315

Sharon no sabía qué decir, pero aún así lo persiguió. “Oye…”.

Ella llegó al apartamento una vez más, sintiéndose momentáneamente aturdida. Después de todo, ella no esperaba volver a poner un pie aquí después de que se fue ese día.

Se quedó de pie junto a la puerta de la habitación, mirando cómo Simon colocaba con cuidado a su hijo en la cama y lo arropaba.

Parecía que se había adaptado completamente a su papel de padre. A pesar de que estaba lejos de ser competente, las cosas que podía darle a Sebastian eran más que cualquier cosa que ella pudiera darle.

Los dos salieron de la habitación y se dirigieron a la sala. Afuera seguía lloviendo y las gotas de lluvia golpeaban la ventana de vidrio, produciendo ruidos.

Sharon bajó su mirada y dijo: “Entonces... supongo que estará durmiendo aquí hoy. Puedes quedarte con él por la noche. Me iré ahora”.

Simon se había quitado el abrigo hace un momento y tenía puesto una camisa negra metálica con toques de gris debajo. Dos de los botones de su cuello estaban sueltos, haciéndolo lucir casual y bastante sensual.

Él colocó una mano en el bolsillo de sus pantalones mientras se paraba frente a ella con su figura esbelta. Simplemente se quedó allí mientras la miraba en silencio.

Como él no respondía, pensó que simplemente estaba esperando a que ella se fuera. Por lo tanto, se dio la vuelta para irse. Sin embargo, él la agarró del brazo de repente y ejerció su fuerza para abrazarla.

Al segundo siguiente, el hombre la estaba abrazando mientras descansaba la barbilla en el hombro de ella. Cuando habló de nuevo, su aliento cálido sopló en sus oídos. “No te vayas. Pasa la noche aquí”.

Su voz masculina, ligeramente ronca y hechizante, estaba haciendo que su corazón se ablandara. Ella podía distinguir el aroma ligero y limpio a pino del cuerpo del hombre, haciéndola sentir más relajada e incapaz de separarse de él.

Ella levantó las manos y estuvo a punto de devolverle el abrazo. Cuando las yemas de sus dedos casi tocaron su espalda, ella recuperó abruptamente sus sentidos y rápidamente lo apartó. Trató de escapar de su agarre rápidamente y se dio la vuelta para escapar, pero los brazos largos del hombre la rodearon de nuevo por atrás.

“¿Por qué estás corriendo? Afuera sigue lloviendo. ¿Ni siquiera tienes las agallas para pasar una sola noche aquí?”, le susurró al oído de nuevo.

“No se trata de tener las agallas, pero no puedo quedarme aquí”.

“Este es mi apartamento. ¿Quién dice que no puedes quedarte si yo quiero?”.

“Yo...”. Ella no quería involucrarse más en su vida.