Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 488

Simon no había estado en casa de los Zachary estos días porque estaba ocupado buscando a Sharon. Por esa razón, Sebastian lo llamó.

"Papi, ¿fuiste a buscar a mami otra vez?". Sebastian se enteró del paradero de Simon después de preguntarle al mayordomo.

Esos dos años, siempre que Simon recibía noticias sobre Sharon, él siempre iba personalmente al lugar, pero siempre regresaba decepcionado.

Eventualmente, incluso Sebastian se encontraba sin muchas esperanzas. Pensó para sí mismo que Simon definitivamente estaría decepcionado una vez más.

"Sí, ¿no quieres verla?". Simon estaba pensando en cómo debería acercarse a Sharon, quien parecía no reconocerlo más.

Si no fuera porque su hijo lo llamó, realmente se habría olvidado de un hecho. ‘Ella puede olvidarse de mí, pero no puede olvidar a su hijo, ¿verdad?’.

"No quiero verla". Sebastián ya era un niño de siete años. Ya no era tan infantil como dos años atrás. Se estaba volviendo cada vez más como Simon, con una vibra serena e impresionante.

Simon sabía que el pequeño solo estaba molesto porque Sharon los había abandonado a ambos y no se había preocupado por ellos durante estos dos años. Era natural para él estar enojado y tener el corazón roto.

Sin embargo, tomando en cuenta que Sharon tuvo un accidente... Siempre y cuando ella regresara sana y salva a su lado, todo lo ocurrido quedaría en el pasado.

"Oye, chico, te estoy diciendo la verdad. Encontré a tu mami. ¿Quieres verla?".

Al otro lado de la llamada, Sebastian estaba callado, pero no pudo reprimir sus agitadas emociones dentro de él. Después de un tiempo, él dijo vacilante: "¿No... no me estás mintiendo? ¿Realmente es mami?".

"Sí. Si quieres verla, haré los arreglos para que alguien te lleve con ella".

"¡E-está bien!". El pequeño estaba siendo terco antes, alegando que no quería verla. Sin embargo, no pudo superar la anticipación y el anhelo por su madre. Quería ver a su madre y preguntarle personalmente la razón por la que lo abandonó.

Simon luego habló un poco más con su hijo antes de terminar la llamada. Se paró frente a la ventana que abarcaba toda la pared y miró la ciudad afuera. Sus ojos oscuros e insondables brillaron repentinamente cuando de repente pensó en algo.

Sus delgados labios se curvaron. No creía que ella seguiría fingiendo no reconocerlos.

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