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"Lo haré. Cuídate tú también. Te estaré esperando para diseñar mi vestido de novia".
"¿Vestido de novia? Tú... ¿Te vas a casar con Simon de nuevo?".
Las palabras "de nuevo" no sonaron agradables en absoluto, pero ella asintió con la cabeza. "Sí".
"No volverás a huir de la ceremonia de la boda, ¿verdad? No has ni tenido luna de miel y ya se siente como si tu matrimonio fuera más problemático que el de una pareja de diez años de casados". Riley no pudo bromear con ella.
Sharon se sintió impotente y suspiró. "Lo sé, es ridículo".
Después de decirlo, ambas se echaron a reír al mismo tiempo.
Sebastian asomó la cabeza y preguntó: "Mami, madrina, ¿de qué se están riendo ustedes dos?".
Riley le pellizcó la cara sin piedad. "Estamos hablando de por qué un comelón como tú no se comió el cerdo estofado".
Sebastian tocó su rostro. "La gente crece. Eso me gustaba cuando era mucho más joven. ¡Ahora, la comida me encantan las langostas grandes!".
"Afortunadamente, tienes un padre asquerosamente rico. De lo contrario, nadie podría permitirse el lujo de criarte". Riley negó con la cabeza y resopló.
Sebastian frunció los labios. "La última vez, él me abandonó a mí y a mi mamá. Esto es lo que tiene que pagar".
"Pequeño mocoso. ¿Qué sabes tú de esas cosas?". Riley le dio unos golpecitos en la cabeza.
"Ay, ¿no te ibas a ir, madrina? Date prisa y sube al yate. No es una buena idea posponer las cosas". Sebastian la empujó de inmediato hacia el yate.
"Pequeño mocoso ingrato. Ya hasta me estás echando...".
Sharon sonrió y les hizo un gesto con la mano para despedirse de ellos. Dado que Riley no estaba dispuesta a decirle lo que estaba pasando entre ella y Summer, era mejor que no la cuestionara demasiado.
El yate desapareció de su vista muy pronto. Simon extendió la mano y la sujetó por la cintura. "Ahora que las cosas se han vuelto mucho más tranquilas, nuestra familia de tres puede disfrutar de estas vacaciones".
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