Ten cuidado, mi papá CEO romance Capítulo 761

“¡No es de extrañar que abandonaras a mami! ¡Te odio! ¡Jum!”. Sebastian resopló fuertemente y empujó a Simon con fuerza. Luego se dio la vuelta y huyó.

Maldita sea, será mejor que él no se arrepienta de su decisión. ¡Será mejor que no les rogara a él y a su mami que regresen en el futuro!

Simon vio a Sebastian huir. No parecía que tuviera la intención de perseguirlo. Parecía que él realmente había renunciado a su hijo.

Una pizca de sorpresa y timidez cruzó por el rostro de Xena. Ella había escuchado todo lo que él dijo desde un lado. ¿Él finalmente estaba dispuesto a reconocerla como su esposa?

Además… ¿también había dicho que tendrían su propio hijo en el futuro?

Penelope, quien estaba irritada, se sintió mejor después de escuchar lo que había dicho Simon.

“¡Deja que ese pequeño mocoso se vaya! ¡Deja que se vaya con su madre loca!”, dijo Penelope. Ella siempre había visto a Sebastian con disgusto. Después de saber que Sharon tenía el gen de la locura, le preocupaba que Sebastian también lo tuviera.

“Tienes razón, Simon. Xena aún es muy joven y ambos se acaban de casar. Confío en que ambos pronto tendrán un bebé sano y obediente”, dijo Penelope. Ella ya estaba anticipando al bebé de ellos.

“Hermana, ¿de qué estás hablando…?”, murmuró Xena mientras bajaba la cabeza con vergüenza.

Penelope le tomó la mano y se burló de ella: “Oh, ¿por qué estás siendo tímida? Estoy hablando de algo serio en este momento. Necesitas dar a luz a un sobrino para mí lo antes posible”.

“Yo... ¿Cómo podría hacer eso sola?”, preguntó Xena. Ella estaba actuando incluso más tímida en ese momento. No se atrevía a mirar a Simon.

Penelope le dio a Simon sus órdenes de inmediato: “Simon, ya me escuchaste. Tu próxima misión es dejar embarazada a Xena”.

“No tengo la intención de tener hijos en este momento. Y… Sebastian es suficiente para mí”, dijo Simon con una expresión fría en su rostro. Tan pronto como terminó de hablar, se dio la vuelta y se fue sin preocuparse por cómo reaccionarían.

“Tú… ¡Pequeño idiota! ¿Qué dijiste? ¡Vuelve y dímelo a la cara!”, chilló Penelope. Ella pensó que lo había escuchado mal.

“Me aseguraré de eso, pequeño Joven Amo. Que tenga un buen viaje y asegúrese de volver a jugar cuando esté libre”, dijo el viejo mayordomo mientras se inclinaba ante él.

“No volveré a jugar. He cortado los lazos con ese hombre. ¡¿Está claro?!”.

“Sí. Por favor, cuídese”, dijo el viejo mayordomo. No se atrevía a hacer enojar a Sebastian.

Sebastian miró hacia atrás por última vez. Se sintió un poco decepcionado cuando se dio cuenta de que el cabrón de su padre de verdad no tenía la intención de pedirle que se quedara, pero no podía expresarlo.

“¡Enciende el coche!”, ordenó Sebastian en voz alta. Él se estaba yendo. ¡Nunca volvería!

Simon estaba parado frente a la ventana del piso al techo, mirando el coche en la entrada desaparecer gradualmente de su vista sin decir palabra alguna. Su mirada sombría y penetrante se volvió cada vez más melancólica.